sábado, diciembre 12, 2009

Los medios, los Pomar, Edgar Allan Poe y la inseguridad




El caso de los Pomar es emblemático.

Lo es porque se exhibe el fracaso de una política de seguridad, pero también lo es porque esa política de seguridad construida en base a los intereses de determinados lobbies lleva a este absurdo y trágico resultado.

Vamos por partes:

Hay un tema que ilustra muy bien el periodista Horacio Verbistsky en Página 12 del día 9 de Diciembre.

Apunta el periodista en términos muy duros a la utilización de una lógica investigativa que se deriva, en definitiva de una opción política.
Dice en esa nota: ¿"Qué más hay que esperar para admitir el fracaso de una gestión que desmanteló las reformas iniciadas por los ex gobernadores Eduardo Duhalde y Felipe Solá? Que Duhalde y Solá sean dos de los jefes del Frente del Rechazo no debería ser una razón para demorar el reconocimiento de esta situación sin salida. Además, los autores y ejecutores de la reforma no fueron ellos sino sus funcionarios Juan Pablo Cafiero, Marcelo Saín y Carlos Arslanian y la desmanteló Carlos Rückauf, que ahora asesora a Scioli", y agrega: "En vez de bravuconadas verbales como las que exuda el gobernador ante cada hecho con repercusión mediática, se necesita un trabajo serio y silencioso, que además de técnica moderna tenga las mínimas dosis del sentido común que hubieran permitido encontrar a la familia perdida buscando allí donde dijo que estaría."
Claro que como también señala Verbitisky"El gobernador y su ministro estaban muy ocupados diseñando una reforma inconstitucional de las leyes provinciales que le devolviera la calle y la caja a la policía y le diera más herramientas y poder de fuego, para acorralar y matar a los delincuentes, grosera incongruencia cuando la ley procesal en estudio sólo trata de las contravenciones y no de los delitos"

Esto conlleva una lógica de razonamiento, y esa lógica es la que guió la investigación.


Los medios y la administración Scioli querían un "hecho de inseguridad", los unos para demostrar que estamos en Sodoma o Gomorra, los otros para obtener un "triunfo" o evitar un "fracaso" que se basa en un presupuesto nunca demostrado, cual es que el principal problema argentino es la "inseguridad" y no la desigualdad por ejemplo.

Scioli basó su política de seguridad en una táctica que ya probó su fracaso una y otra vez, al menos respecto de sus fines declarados.

Esto es brindarle omnímodos poderes a la corporación policial, en particular a sus peores integrantes como forma de garantizarse gobernabilidad.

Duhalde por ejemplo intentó esa variante con el mediático Piotti al frente del Ministerio de Seguridad, hasta que probó la amarga medicina que le suministraron los miembros de la hasta entonces, según sus palabras, "mejor policía del mundo", cuando "le tiraron un muerto", o sea cuando se demostró la participación policial en el asesinato de José Luis Cabezas.

Allí entonces la otrora "mejor policía del mundo" pasó a ser la "maldita policía"

Su respuesta fue llamar a Arslanian y a Saín, instrumentar una profunda reforma, y quitarle facultades instructorias a los uniformados.

Esto duró hasta que Carlos Ruckauff en la campaña electoral que concluyó con su triunfo en la Provincia de Buenos Aires habló de "meter bala a los delincuentes" y se encontró como pre anuncio de lo que vendría con la "masacre de Ramallo".

Luego vino la grotesca designación de Aldo Rico, la fuga de Ruckauff hacia el Ministerio de Relaciones Exteriores en medio de la crisis del 2001, y la asunción de Felipe Solá.

Solá volvió a convocar a Marcelo Sain, esta vez subordinado a Juan Pablo Cafiero, quien profundizó en este segundo turno la política que había llevado a cabo en el primero, hasta que empezó a husmear conexiones entre delito y poder, y renunció cuando entendió que no le permitían avanzar.

Luego, tras el interinato de Rivara fue convocado nuevamente Arslanian, que mantuvo las líneas centrales de su proyecto,

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La campaña a la Gobernación del 2005 estuvo teñida de "segurismo".

Allí estaban el falso ingeniero Blumberg, De Narváez sin tanto éxito como luego, y por supuesto Scioli.

Todos ellos le atribuían a la gestión Solá/Arslanian supuesta ineficiencia en el tema "seguridad".

Era y es un tema complejo, carente de soluciones mágicas, y que posee condimentos policiales, y no policiales.

Centrar todo en la cuestión policial es lo fácil y lo "barato", pero no lo eficaz.

La hipocresía de este discurso y su ingenuidad radica en suponer que dejar que un poder fáctico con altos índices de corrupción haga lo que quiera garantizaría cierta "gobernabilidad" cuando la historia del país ha demostrado lo contrario una y otra vez.

Scioli consecuente con esta línea nombró en su gabinete a tres "mano duristas" como Ricardo Casal en Justicia, Stornelli y Paul Starc en Seguridad.

Lo que en verdad exige un trabajo sigiloso y de largo plazo es reemplazado por la extrema sensibilidad ante la agenda artificial que vienen fabricando los medios con auxilio policial ( o la policía con auxilio mediático).

Cuando alguien con libertad condicional es protagonista de un hecho criminoso, los medios inician una campaña en contra de las excarcelaciones y a favor de la mas disparatada extensión de la prisión preventiva que para ellos pierde su naturaleza cautelar para volverse definitiva, y no sólo del beneficio de la libertad condicional.

Cuando sucede cualquier hecho lo quieren encuadrar en la hipótesis de "inseguridad" amen de agregar todos los elementos morbosos que pueda poseer para deleite de la audiencia.

Así llegamos al tema que nos ocupa.

***
Se sabe que en la historia nunca las fechas son precisas, pero hay coincidencia entre los estudiosos de la literatura en atribuirle a "Los asesinatos de la calle Morgue"  de Edgar Allan Poe un carácter fundacional en cuanto a la creación del género policial.

No vamos a contar la historia porque no nos interesa contar quien era el asesino.

Solo diremos que cuando se descubre la verdad, nada tenía que ver con las hipótesis y conjeturas que se venían tejiendo.

Lo que Poe busca desenmascarar en el cuento es una lógica de razonamiento, que justamente pasa por alto lo mas evidente y aparentemente superficial, y que por eso no alcanza a resolver el caso propuesto.

Hace al comienzo una disertación entre el juego de damas y el ajedrez, manifestando que en el segundo lo que importa es la concentración y no la capacidad de análisis, dada la complejidad de sus movimientos, mientras que en el primero, al hallarse la concentración mas relajada debido a su relativa simplicidad, lo que importa es la capacidad de análisis.

En el cuento el investigador M Auguste Dupin se pone a desentrañar el brutal asesinato de dos damas, madre e hija en una casona de la calle que la da título al cuento.

Interrogan a una serie de testigos y acusan al dependiente del Banco que acompaña a la madre a su domicilio atendiendo a una presunta motivación económica.

A Dupin no le convence esta solución y argumenta que "la profundidad no está en los valles donde la buscamos, sino en las montañas donde la vemos".

Advierte que todos los testigos dicen haber escuchado las voces de las damas y una tercera voz aguda que no lograban identificar que decía.

Una serie de testigos extranjeros le adjudican a tercera voz, un idioma distinto, pero en todos los casos es el idioma que no conocen.

A partir de allí Dupin desentraña el caso que no vamos, por supuesto, a contar como se resuelve.

* * *
Michel Foucault en sus estudios y Eugenio Zaffaroni en su excelente artículo del Jueves 10 de Diciembre que habla de las relaciones entre la policía y la psiquiatría, coinciden al afirmar que los orígenes de esa institución tiene que ver con la revolución industrial y con lo que llamaban por entonces "clases peligrosas".

A partir de allí, la psiquiatría incluso comenzó a tejer las hipótesis mas adecuadas a ese concepto.

Esta nueva oleada en la que se marginan crecientes cantidades de personas, también apunta a las "clases peligrosas" cuando se habla de "inseguridad".

Así cuando ciertas "divas" justifican la represión saben de que están hablando.

También lo sabe Agamben cuando habla de estado de excepción, y cuando demuestra que la administración de una sociedad de esas características necesita de una "estado de guerra" permanente.

En la Argentina, agotada la hipótesis de la "subversión marxista", el  nuevo enemigo pasan a ser las "clases peligrosas", disfrazada de la lucha contra un "concepto" como la "inseguridad".

Cuando no se trata de clases peligrosas, y para demostrar que la cosa no es sólo contra ellas, se agita la bandera de la lucha contra el "narcotráfico" basándose en algunas cuestiones reales, pero, por supuesto, exagerando su magnitud.

* * *
Pocos días antes de suceder lo de los Pomar, volvió al ruedo la cuestión de la esfedrina con la detención de la viuda del asesinado Forza, y la detención de Zanola.

En todo este tema, De Narváez fue inmediatamente apartado a pesar de haber sido citado a indagatoria en un primer momento.

Entonces se produce la misteriosa desaparición de los Pomar, que fue investigada a partir de las hipótesis mas descabelladas sugeridas por la Policía de la Provincia de Buenos Aires (que no es culpable de nada según Hugo Biolacati), con la agitación promovida por los medios y con la inapreciable y gratuita participación de una serie de personas que decía conocer a la familia desaparecida y sugerían una u otra cuestión.

Asì aparece una vecina que ataca a la Presidenta arguyendo "¿Que haría ella si desapareciera la gorda de su hija o el gordo de su hijo?", a lo que se suman todos los que decían  haberlos visto en Río Negro, en un Bingo, y una psicóloga no muy respetuosa del secreto profesional que ante las cámaras habla de los "rasgos violentos de Pomar" , todo como para sugerir que el hombre podría haber aniquilado a toda su familia.

La investigación se llenó de declaraciones rimbombantes y despliegues dignos del cine catástrofe sin siquiera intentar buscar por tierra en alguna de las tres rutas desde las que se accede a Pergamino.

Hubiese sido bastante lógico en un país, en el que a pesar de lo que dicen los medios, se encuentra entre los de menor tasa de homicidios en Latinoamèrica, y la mayor cantidad de muertes a causa de accidentes viales.

Cuando el hallazgo finalmente se produjo no faltó el que dijo que la "ruta estaba en mal estado como todas aquellas en las que no se cobra peaje", lo que no se sabe si es una cuestión extorsiva a favor de las empresas beneficiarias de esas concesiones o una queja por el hecho de que no se invierta donde debe hacerse.

El "campo" y la "oposición" atacan a Scioli y lo conminan a renunciar por reconocerlo como el eslabón débil del oficialismo, y no porque no compartan sus mismos criterios, como en el 75 cuando los sectores reaccionarios desalojaron del gobierno a Isabelita, y no precisamente por no compartir las acciones represivas de la Triple A.

Pero nadie se va a hacer cargo.

La Policía seguirá diciendo que tiene las "manos atadas", los medios acusarán a todos diciendo que los mal informaron, como si no hubiesen necesitado un "caso" que justificase su delirio "segurista", la gente que opinó pavadas ante las cámaras dirá  que "no sabían nada" y Scioli seguirá viendo la televisión para conocer a la "opinión pública" y para que le cuenten cual es la agenda en vez de tratar de generar opinión, y elaborar la agenda como le corresponde a cualquier gobierno.

Es que como decía Edgar Allan Poe en boca del inspector Dupin " la profundidad está en las montañas que miramos y no en los valles donde la buscamos", y un pueblo descontento por un proceso inflacionario aún no admitido en sus proporciones reales, seguirá criticando al gobierno por lo que hace de bueno, y se engañará a si mismo diciendo que el principal problema del país es la "inseguridad".