martes, marzo 31, 2009

Alfonsin después de los homenajes


No es que nosostros hayamos sido buenos, los demás nos hicieron mejores (Juan Domingo Perón)

No quiero incurrir en los habituales lugares comunes que caracterizan a las noticias necrológicas.

Tampoco quiero llevar agua al molino del inevitable aprovechamiento de este suceso con fines electorales.


¿Cómo caracterizaría a Alfonsin?

Como un Presidente visagra, justamente como aquel puente entre una y otra forma de hacer política.

Decía Perón ( otro Presidente visagra) que el, cuando se dirigía a las bases obreras (antes de que fueran propias desde ya) les debía hablar en "comunismo" para que se entendieran.

Perón utilizaba frecuentemente una retórica revolucionaria, para ser en definitiva reformista.

Lo hizo en su primera época con sus bases obreras, lo hizo en los 70 con la Juventud.

¿Se trataba de un engaño?

Se trataría, como lo señala José Pablo Feinman, de un juego de máscaras en el que ambas partes pretendían engañar y simulaban ser engañados al mismo tiempo.

En el caso de los jóvenes persiguiendo un fin táctico, en el caso de las bases obreras porque en verdad no pretendían una revolución, ya que mejorar su nivel de vida dentro del sistema y ahorrarse la sangre y el sacrificio que un proceso de esa naturaleza podía significar era lo que en verdad las seducía.

Alfonsin había registrado un cambio en el mundo y en la sociedad que supo utilizar provechosamente.

Las revoluciones, como la nicaragüense por ejemplo, no eran tan fundamentalistas, Mitterand y Felipe González mostraban una nueva cara de la social democracia, en el mundo se estaba produciendo una mutación tecnológica que dificilmente pudiera soportar el "socialismo real", y de todo esto daba cuenta el auge conservador de Thatcher y Reagan.

Ahora se trataba de hablar en "reformismo" para hacer en "conservadurismo".

La sociedad argentina hastiada de violencia, veía en el peronismo la reciente y caótica experiencia de Isabel y escuchaba a un candidato que prometía derogar la ley de autoanmistía que habían dictado los militares, contra otro rodeado por la mafia sindical y no dispuesto a derogarla.

Nadie podía llamarse a engaño:

Alfonsin había distinguido desde el vamos "tres niveles de responsabilidad", por lo que el afán de justicia se agotaba en la Junta Militar y algunos Jefes emblemáticos y dejaba afuera a los mandos medios e inferiores que habían participado en la represión ilegal.

Aquí es donde se cruzan dos visiones: Aquella de intelectuales como José Aricó que pensaban que Alfonsín estaba a la izquierda de la sociedad, y aquella otra que postulaba que en verdad había defraudado las expectativas que había generado.

Utilizando un viejo concepto de Trotsky, el del desarrollo desigual y combinado, es posible que ambas cosas sean ciertas.

De un lado, la lucha de organismos de derechos humanos como las Madres de Plaza de Mayo principalmente, la de la clase obrera atreves de la CGT Brasil, no obstante su dirigencia burocrática, la Multipartidaria, sumado a la campaña internacional, la crisis económica, y la derrota de Malvinas, daban cuenta de una dictadura derrotada.

El Juicio a las Juntas, el llamado Nüremberg argentino (no hubo otro desde la Segunda Guerra Mundial allí donde concluyeron dictaduras criminales), parecía una consecuencia lógica de esa derrota.

Pero la siempre indiferente clase media adquirió cierta conciencia a partir de ese suceso, y eso se vio reflejado en Semana Santa, de allí lo decepcionante de las "Felices Pascuas".

Así como fue decepcionante y desmovilizador aquello de la "economía de guerra", gritado a voz en cuello por Alfonsin dos años antes ante una plaza llena de militantes de diversas extracciones que acudían ante la convocatoria oficial para detener un supuesto golpe de estado.

Aquel discurso de la economía de guerra fue el primero en anunciar la necesidad de "privatizar". Fue en esa misma línea que desde la garganta de Alfonsin y de su entonces asesor Caro Figueroa empezó a hablarse de "felxibilización laboral".

También fue desde el Alfonsinismo que se comenzó a pasar gradualmente desde la política de militantes a un criterio gerencial de la política que terminó por disgregar al propio radicalismo.
La Franja Morada como trampolín para carreras políticas individuales y el Shubberofismo como su expresión en la Universidad también comenzaron por aquellos años.

Su pretensión inicial de crear el "tercer movimiento histórico" con alguna pretensión hegemónica devino luego en los acuerdos bipartidistas remedos de los pactos de la Moncloa, y de Puntos Fijos

Su proyecto fue el de un capitalismo republicano, coherente con una política exterior de "tercer mundismo moderado", una economía que avanzaba hacia la privatización sin concretarla, una política de derechos humanos que concluía en la cúpula de la dictadura y anmistiaba al resto.

Es cierto que también Alfonsin discutió con la Iglesia, con la Sociedad Rural, y con el mismísimo Ronald Reagan, no obstante lo anterior, y que a pesar de sus múltiples gestos conciliadores, el establishment no lo perdonó por eso, mas allá de los homenajes post mortem, en los que parece reivindicarse a un "dialoguista angelical" en contra de supuestos "intolerantes demoníacos".

Para el final de su mandato recibió un golpe de mercado que lo tumbó fatalmente.

Cuentan que una investigadora que por aquellos años realizaba un trabajo en la UIA recibió de parte de los líderes empresarios una confesión:

"La hiper inflación la desatamos nosotros", a lo que a la obvia pregunta del por que agregaron "porque la gente está acostumbrada a vivir demasiado bien en este país, y este es un país latinoamericano" ( lo de "latinoamericano" tomado en sentido peyorativo desde ya que no es el sentido que posee para el autor de este post).

Menem aceptó rápidamente la lección, gobernó como las corporaciones querían, se alineó sin hesitar con Estados Unidos e indultó a los militares, todo lo cual no evitó la crisis del 2001.

Hoy queda esta democracia, un Nunca Mas a los dictadores, que parece definitivo, pero todavía hoy sabemos que ni con aquella dictadura desde ya, ni con esta democracia aún se come, se cura, o se educa