martes, octubre 30, 2018

SILVIO, EL NECIO

Fui a ver a Silvio en Avellaneda.

Es bueno destacarlo.

Fui a verlo, ahora con 72 años. y me doy cuenta que el tiempo pasa, pero no tanto como yo pensaba .

Pienso que en Argentina se lo empezó a conocer, cuando durante la dictadura con los "cassettes hackers" lo difundíamos y así, casi sin propaganda, en 1984, cuando se inició la democracia, el y Pablo Milanés dieron catorce concierto en Obras.

Entonces Silvio no tenía ni cuarenta años siquiera y era una suerte de "hippie cubano", alguien de una generación inmediatamente anterior que apoyaba la revolución, pero sin caer en sus cerrazones y obviedades.

Desde entonces vino varias veces y tanto en 2015, como ahora, terminó con un recital gratuito y al aire libre que son parte de un proyecto que aplica en Cuba, como acá cuando viene de gira.

El espacio destinado al concierto en Avellaneda estaba repleto. 
Los números previos son algo sobre lo que no me voy a expandir, sino destacar que tanto lo de Ferraresi como lo de Atilio Borón fueron un buen prólogo., o mas que eso, fueron excelentes y oportunos discursos.

Cecilia Todd, con un par de joropos anunció la posterior intervención de Silvio, que la presentó.

Silvio contempló sorprendido a la multitud y lo dijo, acostumbrado a experiencias mucho mas modestas en su Cuba natal.

Inició su recital con "Yo te quiero libre", en una agradable versión con acompañmiento de guitarra

Judith, Tonada del libre albedrío siguieron y fueron marcando una comunicación que no era frecuente en Silvio en otras
oportunidades

Le dedicó "La gaviota" a un ex combatiente de Malvinas, volviendo a destacar esa causa tan sentida que siempre se pretende olvidar.

Jorge Bocanera de quien Silvio dijo que lo conocía desde hace 40 años subió a recitar alguno de sus poemas y contar que era de Avellaneda.

No se veía, lógico por otra parte, se lo reclamaron a Silvio a lo que el respondió "salvo Niurka (la ejecutante de flauta y clarinte y esposa de Silvio), los demás somos muy feos, no es para verse".

Contiunó con "Óleo de una mujer con sombrero", "la maza" y unos cuántos clásicos .
Sobre el final, antes de "Ojalá" hizo aquello que empalma érfecto con lo que habían sido las palabras de Atilio Borón y con éste momento, no tan felíz.

Me reifero a "el Necio", poruque sabemos que la necedad parió con nosotros, esa necedad de vivir sin tener precio






viernes, junio 09, 2017

Hace cincuenta años hoy (los 50 años del Sgto Pepper)

Contaba Paul Mc Cartney que volviendo en un viaje de USA, estaba frente a Mal Evans, que decididió adherezar su comida con sal y pimienta (pepper en inglés) y que ësto le inspirö el nombre:
Se coincide y así entre nosotros lo confirma Charly García que "Sgt Peppers es mas un älbum de Paul que de John; aunque existen muchos e imborrables piezas de este último,pero asimismo hay aportes invalorables  de Ringo y George.

Se trataba de cuatro pibes, ya que Ringo tenía 27 en aquel momento, John 26, Paul 24 y George 23, que eran hiper famosos y que habían decidido dejar de tocar en vivo para legarnos las últimas y mejores páginas de su historia.

Cuatro muchachos que se habían hecho famosos con el "flequillo" pero que al decir de Paul habían crecido y se decidían a hacer otra música, otras letras y demostrarlo.

Es un indudable álbum de época, no es por lo tanto un eipisodio aislado.

Los grupos como los Beatles eran llamados por las eruditos. bubble gum, o sea chicle. Eran bubble gum hasta que fueron dejando de serlo.

Ya en 1965 Lennon comenzaba a mostrar algo de su talento literario con Help, letra íntima y desgarradora, detrás de un ritmo aparentemente festivo. Paul, a su vez, exhibía sus cualidades como músico con Yesterday y el cuarteto de cuerdas que lo acompañaba.

Desde Rubber Soul empiezan a llamar la atención de los oídos mas exigentes.

Tony Sheridan que había trabajado con ellos en los comienzos, decía sentir un rechazo absoluto hacia las canciones de los beatles de la primera época y comenzar a valorarlos desde Rubber Soul, así como Jimmy Page decía algo muy similar.

No era un álbum aislado decía, ya que muchos contemporáneos incurrían en compromisos similares.

Los Beach Boys habíaan grabado Pet Sounds, la creatividad de los Stones se había incrementado con los arreglos de Brian Jones y sus habilidades depositadas en varios instrumentos. Contemporáneo al Sargento Pepper era Sus Majestades Satánicas,  Frank Zappa sacaba Freak Out y satirizando a los Beatles We are only in it for money ( estamos en eso solo por dinero) y un año después The Who, lanzarían Tommy, la primer ópera rock.

En el verano del amor se lanzó este álbum con varias piezas inolvidables:

La que le da nombre al álbum, interpretada en dos partes, la introductoria con los vientos  y el anuncio de un show  que comienza y la final mas en ritmo de rock and roll.

Con una ayudita de mis amigos, canta Ringo con una nota final prologada. Esta canción es grabada en una inolvidable versión blusera por Joe Cocker. Es una de las últimas canciones que hicieron Paul y John verdaderamente juntos y que fue acompañada por los teclados que ejecutaba John con un dedo lastimado, por lo cual se la pretendía llamar bad finger boogie, nombre que finalmente adoptó un grupo patrocinado por los Beatles. Aludía a ese eterno aporte de varios a las canciones interpretadas por Ringo.

Aparte de esta canción se ven otras dos en las que las colaboraciones de John y Paul se dan por última vez:

Una es She is leaving home (ella está dejando casa), una canción basada en una noticia acerca de una adolescente que abandonaba su casa paterna enamrada de un hombre. Esta canción se basaba en un hecho real y planteaba una circunstancia muy habitual en su época. John aportaba los coros en letra y música, Paul el resto. Los arreglos de cuerdas son de Mike Leander y no de George Martin.

La cirdunstancia, la de la chica adolescente que abandona su casa paterna, tras un amor temprano en aquel caso fue la indudable inspiración de ¿Que va a ser de ti? de Serrat o Laura va de Almendra. el arpa es ejecutada por la primer mujer que interviene en alguna grabación de los Beatles.

La otra, es la genial Un día en la vida, en la que las intervenciones de la orquesta la letra de John la parte del coro de Paul, el acorde final de la orquesta, la alusión a sustancias alucinógenas (quisiera darte vuelta) y el trabajo de batería de Ringo en el que se puede apreciar su calidad tal como lo expresó Phill Collins, inimitable o irrealizable por cualquier otro.

Está lovely Rita, una agente de tránsito que multó a Paul Mc Cartney y Cuando tenga 64 años, una canción que Paul había compuesto mucho antes, pensando en sus quince y que readecuó en 1966, con el cumpleaños n°64 de su padre.

Esa tierna evocación que en su momento hizo un joven pensando en la edad que iba a tener y que ya pasó los 64 hace rato con nietos de otro nombre de los de la canción

Arreglando un agujero, y Mejorando son otras dos cancines que integran el álbum. Esta última la toma de una obsesiva respuesta que le brindaba Jimmy Nichols a a los otros tres cierta vez que reemplazó a Ringo en una gira a Australia cuando éste fue operado.

With you, without you es la primer composición referenciada en la música india de George Harrison con una amplia ejecución de sitar que no tiene ya la esporádica aparición de intervenciones anteriores. La filosofía hindú parece estar presente junto a algo de la cultura hippie.

El talento literario de John, el mas idealista de todos según George Martin, se refleja ya mas ampliamente.

La existencialista Hombre de ningún lugar. In my life y otras ya lo venían anticipando, así como sus dos libros In his own write y A spaniard in the days.

Como precedente del Sgt Peppers ya aparecen Strawbery Fields forever, y Penny Lane, ambas inspiradas por sendos rincones de Liverpool. En ambas se unen la nostalgia y esa alusión surrealista de  "vivir es fácil con los ojos cerrados" junto a ese complejo arreglo a dos velocidades del grupo, por una parte y la orquesta por otra.

Un aviso del siglo XIX inspira "Para beneficio del Señor Kite"; En el que se anuncia un espetáulo circense y Good Morning, Good Morning basada en un aviso de Corn Flakes de la época. En esta última se contrasta lo apacible del aviso con lo agresivo de la letra.

Lewia Carol, está muy presente en Lucy in the Sky and with diamonds, un título que muchos creyeron que se basaba en el ácido lisérgico y que Lennon contó que se basaba en un dibujo de su hijo Julian sobre una compñerita de jardín al que bautizó así.

Lucy existía. murió tempranamente a los 46 años y hasta allí participó de cada celebración del Sgt Peppers.

El tema como decía es muy alusivo a las fantasías de Lewis Carol, autor de los preferidos de John junto a William Blake al que volvería una y otra vez. El tiempo que comienza en un valseado 3/4 y prosigue en el estribillo con un 4/4 completa el cuadro.

Jimmy Hendrix estrenó en vivo el tema que le da nombre al álbum antes de que el álbum salga, y cuentan que el Che Guevara se entusiasmó mucho con el anterior Revolve, y no con éste ya que se encontraba participando de la guerrilla en Bolivia para terminar asesinado tres meses después.

Cuando Paul vino a la Argentina lo escuché interpretando las dos partes de Sgt Peppers con un largo diálogo de guitarras entre el y su guitarrista. Esa interpretación fue muy buena y allí me convencí de lo excelente músico que es y siempre fue Mc Cartney. 

Entre nosotros los Shakers hicieron "La conferencia secreta en el Toto´s Bar"; ¨álbum en el que por primera vez en estas pampas alguien utilizó el bandoneón. Ese disco fue posible, como muchos otros, porque Sgt Pepper ya habá existido.

Los Beatles eran muy exitosos, desde entonces fueron inolvidables



















                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                                  


jueves, enero 19, 2017

Yo soy Fidel

Varias veces lo citamos, el historiador Eric Hobsbawn que  llamaba al siglo xx, siglo corto, por considerar que empezaba en 1917 con la Revlución Rusa y que concluía temprano, 1991, con la caída de la U.R.S.S

Pero también debemos decir que varios repitieron que con Fidel se había muerto el último líder del siglo XX, ahora en 2016

En lo personal, no se si es así, si observamos bien, es alguien que se adelantaba a su tiempo, es un puente con el siglo que estamos viviendo y su última década de vida fue quien organizó e inspiró al nuevo populismo latinoamericano.

Es bueno repasar un poco algo de su personalidad y de su trayecto.

* * *
Fidel no había sido un comunista de toda la vida, si bien el argumentaba que era una suerte de "comunista oculto" durante la época de la guerra revolucionaria.

Provenía del Partido Ortodoxo un partido que era a su vez una escisión del Partido Auténtico, partido que centraba su programa en la denuncia de la corrupción y que su líder carismático, Chibás, se había suicidado en un programa de radio, cuando no pudo vertir las denuncias que tenía preparadas sobre diversos miembros del gobierno.

Con la juventud del Partido Ortodoo comenzó a constituir el grupo que fue el Movimiento 26 de Julio, el que inició la guerra revolucionaria.

El 26 de Julio de 1953 Fidel había intentado tomar los cuarteles Moncada y Bayamo, pero antes de eso, distintas acciones ya lo venían perfigurando

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El participó del llamado Bogotazo de 1948.

El Bogotazo fue la rebelión que se produjo en la capital colombiana tras el asesinato del líder Elicer Gaitán

En la misma ciudad en que se producían los sucesos  se celebraba la IX conferencia panamericana, (antecedente de la OEA) y una similar reunión de estudiantes latinoamericanos. Allíí participaba Fidel secundando al líder estudiantil Obarrio y acompañado por Alfredo Guevara, alguien que luego ocuparía varias responsabilidades durante la revolución

Fidel, luego se descubrió financiado en ese entonces por el gobierno peronista, iba a hacer una movilización en la que iba a hablar Gaitán, lo que no pudo suceder dado el asesinato del líder y el estallido del Bogotazo.

Estuvo en la expedición a cayo Confites contra el dictador Trujillo y en el célebre episodio de los marines norteamericanos orinando una estatua de José Martí.

Es recordable y célebre también el episodio de la Campana de la Demajagu, por el que se sustrajo la campanan cuyo tañiido convocaba a la liberación de los esclavos

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Pero el 26 de Julio de 1953, exacttamente un año después de la muerte de Evita se produce el intento de asalto a los cuarteles Moncada y Bayamo.

Eso fue un fracaso militar, pero el comienzo de la acción política que condujo a la Revolución Cubana. Fidel dijo en algún repotaje que un efectivo del ejército de apellido Sarría fue quien detuvo a Fidel y quien le salvó la vida. Sarría luego ocupó varias responsabilidades durante la revolución, Fidel fue a parar a la cárcel de la Isla de Pinos, hoy Isla de la juventud y desde allí fue juzgado y preparó su célebre alegato que concluía con esa famosa frase "la historia me absolverá".

Fidel y otros se van a México, desde donde organizan la guerra revolucionaria. Allí se oncorpora el Che Guevara y en el yate Granma viajan a Cuba y desembarcan en Alegría de Pío donde traban un feróz combate y sólo sobreviven 12 combarientes. Ese pequeñño número comenzó a organizar la guerrilla.

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La guerrilla no era la forma de tomar el poder para los partidos comunistas oficiales de aquel entonces.

El modelo era la Revolución Rusa, un partido bolchevique conduciendo y una insurrección popular.

Mas reciente era la revolución china, de origen campesino en la que el partido comunista formaba parte del naconalista Kuomintang y luego se escindió de éste.

En Cuba el partido comunista, que era el partido socialista popular, veía a la guerrilla como una aventura irresponsable

Por otra parte el Movimiento 26 de Julio se mostraba como un movimiento nacionalista, con aspiraciones dentro de las democracias occidentales.

La convergencia con el Directorio Revolucionario de Frank Pais revelaba éso. El acceso del Partido Scialista Popular a las organizaciones revolucionarias fue posterior.

En U.S.A se lo percibía (basta hojear los ejemplares de la época del New York Times) como un movimiento romántico y antidictatorial. En Argentina la guerrilla era aplaudida por los "gorilas libertadores" y criticada por el peronismo, ya que creían ver en ella un movimiento similar a la "fusiladora" que buscaba destituir al dictador Batista al que erróneamente confundían con Perón .

Sólo Lattendorf y Napuri elogiaron, entre nosotros, tempranamente la expedición del Granma, el resto de los elogios, hasta el triunfo de la Revolución fueron confusamente anti peronistas

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La presencia argentina en la Revolución Cubana fue luego trascendente y desde el comienzo.

Ya el Movimiento 26 de Julio había realizado dos secuestros promocionales trascendentes a Pepe Biondi y Juan Manuel Fangio.

Desde temprano fue trascendente la participación del Che Guevara y hasta la existencia del tío Gonzalo, el tío argentino de Fidel y Raúl.

Ya a comienzos de la revolción fue también  trascendente la participación argentina en la creación de la agencia Prensa Latina

El periodista Ricardo Mascetti fue su fundador.

Este señor que había sido un tranquilo vecino de Adrogué encabezó esa agencia, tras fascinarse con el Che Guevara y juntó bajo su égida a RodolfoWalsh, Pajarito García Lupo, y al colombiano Gabriel García Marque; entre otros

John William Cooke participó de Playa Girón y esa intentona fue detectada por Rodolfo Walsh. Mucho tiempo vivió en Cuba y su objetivo, infructuoso, fue llevarlo allí a Perón

Gustavo Rearte, el Pájaro Villalón estuvieron allí con una visión distinta a la de Cooke, ellos creían mas en la lucha de masas que en el foquismo. Unos y otros fueron consecuentes con lo que pensaban

Formaciones guerrilleras argentinas, o sus miembros se entrenaron en la Cuba de Fidel.

El periodista Jorge Timossi amigo de Quino y de Rodolfo Walsh, inspirador de Felipito en el primero fue largos años periodista en Cuba y administrados del paladar del hotel Habana Libre. Timossi era mencionado por Lilia Ferreyra, la última mujer de Rodolfo Walsh como "mi amigo Timossi"

Muchos exiliados argentinos fueron a Cuba.En algún momento estuvo allí Eduardo Luis Duhalde.

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Jean Paul Sartre escribió el libro Huracán sobre azúcar. En ese libro plantea ese entusiasmo sesentista por la revolución cubana. Mas aún, en el 68, cuando el Mayo Francés reivindicaba a la China de Mao y a Cuba como "ejemplos de democracia socialista", alejándose de esta forma de la URSS.

China, sin deshacerse de sus instituciones,  sabemos que se convirtió en una potencia stalisnista y capitalista al mismo tiempo, Cuba siguió otro camino.

En los comienzos de la revlución, sabemos, USA inentó invadirlos. Comenzó a instalar misiles a los que Cuba respondió con el suministro aportado por el entonces premier de la URSS Nikita Krushov Ese episodio terminó con el desmonte de los misiles soviéticos a cambio de los norteamericanos en Turquía. Fidel, el pueblo cubano se sintieron traicionados. Desde entonces USA bloqueó a Cuba, Y  hasta el día de hoy sigue bloqueda, no obstante los acuerdos de paz alcanzados.

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En ese tiempo Cuba se volcó a la URSS, pero después de la caída de esta última, se pensó que Cuba caía.

Eso no sucedió.

Se pasó por lo que se denominó "período especial", se abrió Cuba al turismo, se adoptó el trimonetarismo.

En ese período se sufrieron muchas privaciones,  hubo austeridad, pero no hambre, y jamás se declinó en salud y educación

Fidel siguió como caballero templario.

Algunaa vez se encontró en Brasil con el arquitecto Oscar Niemayer, creador de Brasilia, y de sendas "veredas tropicales" en La Habana y Rïo de Janeiro

Niemayer fue mas  que centenario y Fidel dijo"Oscar y yo somos los últimos comunistas que quedan en este planeta". No es tan así.

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El internacionalismo de la Revolución Cubana fue también significativo y fue tal vez lo mas aproximado a la idea original.

Este fenómeno fue distinto de como se dio en China o en la U.R.S.S

La primera siempre invocó una suerte de nacionalismo, la segunda era asociada en internacionalismo a cierta especie de de expansionismo de "imperialismo".

No se pudo decir lo mismo de Cuba.

Lo de Cuba nunca fue asociado a ese expansionismo, y, aparte sus regímenes aliados no siguieron su régimen político en la mayor parte de los casos.

Lo primero fue la OLAS, la organización de grupos guerrilleros en Latinoamérica

De allí surgen los experimentos guerrilleros del Che, primero en Salta que se extinguió antes de disparar una sola bala y que encabezaba el periodista Mascetti que pereció, se supone, en la acción, luego fue lo del propio Che en Bolivia.

Mucho se dijo de ese episodio, queriendo crear presuntas diferencias entre Fidel y el Che.

En el prólogo del Diario del Che en Bolivia, Fidel adopta una postura explícita contra los partidos comunistas latinoamericanos dada su posición con respecto a la experiencia.

Luego fue el inspirador de lo sucedido en Sudamérica en los 70: el Perú de Velazco Alvarado, el Chile de Salvador Allende, la Bolivia de Torres, antes militar en contra del Che, los propios sucesos argentinos en el 73.

Todas esas experiencias no tuvieron un buen final

Al concluir la década se dió lo de Nicaragua de los Sandinistas y lo de Grenada.

Otras experiencias se dieron pero fue fundamental la intervención de Cuba en Angola y la postura acerca de la deuda externa.

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La deuda externa latinoamericana fue siempre un tema afligente

En 1985 realizó una amplia convocatoria en La Habana para tratar el tema.

En esa convocatora se pronunció por el "no pago de la deuda externa"

Decía que era matemática y moralmente imposible abonarla. Diferenciaba Argentina de Brasi en el tema.

En Brasil, expresaba, se veía en obras, caminos etc, en Argentina en nada en absoluto, dando la idea de como había sido contraída.

Fidel planteaba la imposibilidad de su pago y su creación artificial como el mas eficaz mecanismo de dependencia del presente

Algien en esa reunión se planteó de manera desprevenida la próxima celebración de los 500 años dek descubrimiento de América.

Fidel fue contundente en su respuesta, le dijo "no lo puedo tragar" y explicó que a Cuba era uno de los primeros lugares que habían llegado, que los indios de allí eran "buenísimos" y que si no otro hubiera sido el cantar.

La posición de Fidel sobre los pueblos originarios difería de la del marxismo tradicional, tal vez algo de Mariátegui, o del mismo Engels en "El origen de la familia, la propiedad privada y el estado" hubiese en sus posiciones

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La asistenia a Angola, concluyó con la batalla de Cuito Cuanavale. Es largo relatar como se dieron todas las incidencias, per digamos que las conversaciones de paz posteriores fueron decisivas en la liberación de Nelson Mandela , mientras el papel de USA fue el apoyo al odios régimen del appartheid sudafricanos.

Esto no se refleja, ni se cuenta en medios occidentales que luego de encarcelarlo y hacerlo pasar privaciones, luego de apoyar al appartheid, siempre parecieron ser los artíifices de la liberación de Mandela. Para ser claros, sin la participación de la Cuba de Fidel, la caída del régimen odioso del apartheid no hubiese sido posible.

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Ya nos hemos referido otras veces a la tercera y maravillossa visita de Fidel a la Argentina en oportunidad de la asunción de Kirchner.

El acto en la puerta de la Facultad de derecho de la U.B.A fue inolvidable y colmó o superó las expectivas

Allí Fidel defendió el proceso del "neo populismo" latinoamericano

Era su última batalla, la que el denominaba "batalla de ideas", una batalla en la que se invlucraban muchos y muy diversos regímenes

El grupo andino, o sea, Venezuela, Ecuador y Bolivia, mas próximos al socialismo, Uruguay y Brasil, mas moderados, y Argentina en el medio.

Hacia el 2005 el nuevo mapa estaba completo y lo último que hizo Fidel, junto a Kirchner y Chávez fue preparar lo de Mar del Plata, o sea el rechazo al Alca

El 2006 fue su última visita, allí visitó la casa del Che en Alta Gracia, dió su último discurso fuera de su país.

Desde entonces y desafiando la lógica de todos los líderes leninistas hasta entonces renunció a favor de su hermano Raúl

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Esto es una suma de algunas anëcdotas; algunos episodios; pero eso pretende mostrar; hasta donde se pueda; lo que fue alguien trascendente para mi generaciön; en ültima instancia y para al menos dos generaciones anteriores

Un leninista que no fue clásico, pero que fue el mas defensor del leninismo.

Asociado a todas las expresiones creativas en la década mas creativa del siglo, aunque por sectarismo en principio haya rechazado muchas expresiones.

El responsable de la liberación de Mandela, lo que Occidente oculta.

Un ejemplo de dignidad en una época indigna.

¿Que vendrá ahora? Esa es la pregunta

La multitud respondía Yo soy Fidel 


















lunes, julio 18, 2016

Massa y Messi

El mapa política se configura de una manera que no se acierta a ver cual va a ser su final.tío

Una experiencia parece haber concluido, la del gobierno del  kirchnerismo, y un interrognte parece desplegarse
Esto es, hacia donde va el mapa político.
Digamos que desde que asumió, el macrismo, trató de demostrar, que por la vía electoral se podía cumplir con un programa, otrora digno de un golpe de estado, o que hubiese necesitado de un sectir de derecha de los partidos tradicionales para llevarse a cabo.

La devaluación del peso, la quita de retenciones, la supresión de diversos gravámenes a los consumos mas caros se complementaron  el denominado "tarifazo", los despidos, la interminable prisión preventiva a Milagro Sala y el show mediático, respecto a escenas de corrupción del anterior gobierno

Las estrategias distractivas parecen fracasar y el enfrentamiento parece haberse dado desde un comienzo.

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 El 9 de diciembre se da un muy importante acto en la Plaza de Mayo.

Desde entonces se dieron muchas e importantes movilizaciones, algunas para mi gusto con mas presencia que otras.

Por ejemplo, se dio un importante acto por el despido del periodista Victor Hugo Morales y un acto, no tan importante por la situación de Milagro Sala.

EL 13 de Abril, se dio un acto muy concurrido fretne a los tribunales de Comodoro Py, con un discurso de la ex Presidenta que no se reiteró con expresiones similares ante su retorno a la Capital Federal

Se produjeron un par de importantes actos de ATE en Capital y una multitudinaria marcha de todas las centrales obreras menos una en Paseo Colón frente a la facultad de ingeniería a favor de la luego vetada ley anti despidos, por la que no se convocó a nuevas movilizaciones.

El tarifazo desató nuevas movilizaciones, como el llamado "ruidazo" del 14 de Julio.


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De todo lo expuesto surge que se realizaron continuas y diversas movilizaciones, pero no quedó claro como se organizaban esas movilizaciones, ni quién las dirigía.

Las de las distintas centrales obrerars fue desmovilizada por Hugo Moyano, las otras fueron realizads, en muchos casos, invocando el liderazgo de Cristina Fernández de Kirchner, que ella en nngún momento decidió asumir mas allá de su ostensible presencia.

¿Que se produce entonces?

Se producen nuevos alineamientos y esos nuevos alineamientos no parecen tener un criterio definido, mas allá del lugar que se obtenga.

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EL FPV parece haber implosionado a partir del 9 de noviembre.

La primer cuestión fue como decidió su votación en el tema de los llamados "fondos buitres".
Miguel Pichetto decidió votar a favor y con su voto alineó a buena parte del bloque, siendo una minoría la que opuso a la iniciativa.

Acto seguido se produjo el abandono de Diego Bossio que creó su propio bloque.

Finalmente, dejó al FPV, el Movimiento Evita, y si bien no lo definió, en mas de una oportunidad se le hizo un guiño ostensible a Sergio Massa

El debate que parece producirse es entre rescatar al kirchnerismo o retornar al PJ, del otro lado parece producirse algún cuestionamiento por izquierda al kirchnerismo

Sucede que esos cuestionamientos "por izquierda" repiten en diversas ocasiones los argumentos "clarinistas" ; atacan la corrupción, lo que desde ya debe cuestionarse, pero olvidan o minimizan las medidas macristas. aunque a veces aludan a alguna como para recordar en donde se encuentran

Del otro lado queda la izquerida trotskysta que presenta posiciones como las de Bregman o las de Altamira. La una que no deja de enfatizar las políticas macristas, la otra que no pone ningún énfasis.

O sea, siendo breve y a modo de una conclusión provisoria. Tenemos a una derecha gobernando, a otra derecha con ropaje peronista, a una izquierda contraria al kirchnerismo y una izquierda pequea filo kirchnerista.

En la derecha gubernamental o en la derecha peronista encontramos a Lousteau o a Massa, personas que también supieron formar parte del gabinete kirchnerista.

Mientras se habla incansablemente de Messi, como para distraer. Veremos como sigue la historia.

martes, enero 12, 2016

David Bowie: ALguien mas que se va y que desearíamos que se quede

En un día de no muy buenas noticias para colmo se fue David Bowie o David Jones, tal como era su verdadero nombre.

Lo de Bowie se lo puso cuando descubrió que David Jones era también uno de los Monkeys y tomó  el nombre de un célebre lanzador de cuchillos del siglo XIX John Bowie 

Esta estrella sexualmente "ambigua" y sumamente talentosa, pareja heterosexual de Angela y de Iman sin embargo hoy nos puede parecer que no fue tan llamativo lo que hizo mas allá de lo musical

Pero en el país en el que condenaron a Oscar Wilde, la homosexualidad fue delito hasta 1970 casi y Bowie exponía abiertamente la posibilidad de otra sexualidad

David, alguien de los que comenzó a expresar su homosexualidad, era en realidad bisexual, padre de dos hijos y pareja de hermosas mujeres como Angela e Imán.

En una pelea con su amigo Underwood le quedó la lesión con la que aparentaba tener cada ojo de un color distinto No obstante la lesión dueron amigos toda la vida y Underwood es el ilustrador de varias tapas de sus álbumens


Angela es con quien componía según rumores  un célebre terceto con Mick Jagger y a la que éste le dedicó su canción Angiesegún rumores, si bien el siempre neó la especie y le atribuye el título al nombre de la hija de Keith Richards.

No era el glam rock mi preferido.

Ni David, ni Gary Glitter,ni Alvin Stardust también  conocido como Shane Fenton  ni muchos otros eran mis preferidos, pero David en particular con el tiempo  es alguien cuyo talento resultó para mi evidente.

Tampoco Lou Reed o Iggy Pop que compartieron su obra con David 

Me resultó evidente no sólo como músico, sino como actor en Laberinto por ejemplo

Su asociación con Lou Reed o Iggy Stardust es aquello con lo que mas se lo vinculan

Sus personajes como Aladin Sane o Ziggy Stardust también hace a que se complete su histrionismo y su talento musical.

Arreglador, cantante, compositor, excelente letrista, tenía  el problema ese que suelen tener esos actores que se compenetran con su personaje y no lo pueden abandonar

Es tal vez de los pocos que tuvo el privilegio que no sea Mc Cartney o Harrison en mucha menor medida que tuvo el privilegio de componer un hit con John Lennon Ese hit fue Fame una de las mejores expresiones del soul blanco o plastic soul.

Antes de ser David Bowie, David Jones tiene una década de haber pasado de uno a otro nombre y de intentar en vano arribar al éxito

El  éxito recién llegó con Space oddity en 1969, justo cuando el hombre llegaba a la luna.

Pero siguió aun en stand by hasta que en 1972 el éxito sobrevino con Ziggy Stardust

Eso fueuno de sus notorios alter egos como lo fue luego el Duque Blanco " o "Aladin Sane"

Su personaje del Duque Blanco lo hizo simpatizar con la ultra derecha, pero eso según el mismo admitió a posteriori se debía mas que su cordura estaba afectada por el consumo de drogas.

Muchas otras actitudes desmentirían eso, desde su solidaridad con los movimientos gay hasta su crítica a las consecuencias de la guerra fría , pero lo estético, el esteticismo juegan a veces una mala pasada desde el punto de vista politico

Fue a una escuela pública regenteada por alguien muy atento al talento artístico llamado Owen Frampton, su hijo Peter, famoso y mantuvo su adociación Bowie a lo largo de los años

Compositores clásicos destacaron su talento.

Un verdadero artista completo. arreglador, compositor, cantante, multinstrumentista, talentoso letrista, gran actor. Se pierde alguien valioso.









miércoles, diciembre 23, 2015

Nota autocrítica de Atilio Borón

El poder de la crítica y la crítica del poder



Lo que sigue es un intento de proponer algunos elementos que arrojen algo de luz sobre las causas y las consecuencias de la derrota del kirchnerismo. Ha transcurrido un mes desde ese fatídico 22 de Noviembre que sellara en las urnas el triunfo de Cambiemos. El paso del tiempo permite ver con mayor claridad algunas cosas que, en el momento, no siempre pueden ser percibidas con nitidez. Espero que estas líneas sean una contribución a un debate imprescindible e impostergable, que todavía está a la búsqueda de un espacio donde librarlo constructiva y fructíferamente. Para ello se impone analizar lo ocurrido, yendo hasta la raíz de los problemas; llegando hasta el hueso, como dice el habla popular. No puede haber contemplaciones ni eufemismos. Pero la experiencia indica que el poder erige numerosos obstáculos a esta empresa. En el caso que nos ocupa, las críticas intentadas en relación a algunas de las políticas o decisiones tomadas por el kirchnerismo cuando era gobierno tropezaban con la réplica de los allegados a la Casa Rosada que decían que sólo servían para “confundir” o para “sembrar el desaliento y el desánimo” entre la militancia. En algunos casos, ciertos espíritus excesivamente enfervorizados descerrajaban un disparo mortal: la crítica “le hace el juego a la derecha”. Por consiguiente, aún cuando fueran expresadas con la intención de mejorar lo que debía mejorarse (y no con el propósito de debilitar a un gobierno que se lo apoyaba por algunas cosas que estaba haciendo bien) esas críticas, decíamos, estaban condenadas al ostracismo. Sólo sobrevivían en los pequeños círculos de los amigos, que compartían la preocupación de quien esto escribe, pero no pasaban de allí. Conclusión: no llegaba a los oídos, o a los ojos, de quien debía llegar y las posibilidades de corregir un rumbo equivocado se perdían para siempre. La voz de orden era, pues, de acompañar el proceso y abstenerse de formular críticas o, en caso de hacerlo, cuidar que la misma no trascendiera más allá de un insignificante cenáculo de iniciados.
Si provocar el desánimo con la crítica era un pecado imperdonable no pareciera ser menos ahora el “hacer leña del árbol caído”, para decirlo con un aforismo de viaja data en nuestra lengua. Algunos fanáticos consideran una traición cualquier pretensión de hacer un balance -lo más realista y equilibrado posible- de la larga década kirchnerista una vez que, derrotada, Cristina Fernández de Kirchner volvió al llano y, supuestamente, se alista para su retorno. Es esto lo que también se señala en una nota de Mempo Giardinelli aparecida en estos días en Página/12: “las autocríticas son necesarias aunque a algunos les moleste y otros cuestionen la oportunidad”.1 Entre ambas consignas –“no desanimar” y “no hacer leña del árbol caído”- naufraga la posibilidad de aportar una reflexión crítica en torno a una experiencia que, para bien o para mal, marcó con rasgos indelebles a la Argentina contemporánea. Razón demás para examinar lo ocurrido y, sobre todo, para comprender el origen de una derrota gratuita, que pudo ser evitada y que al no serlo condenó a millones de argentinas y argentinos a pasar, de nueva cuenta, por los horrores del neoliberalismo duro y puro, cosa que ya estamos viendo.
Un pensador revolucionario, anticapitalista, comunista, está obligado por una suerte de juramento hipocrático a decir la verdad, a cualquier precio. La “crítica implacable de todo lo existente” fue una de las divisas teóricas y prácticas de Marx y Engels. Y tras sus huellas, Antonio Gramsci hizo suya la máxima de Romain Rolland (“la verdad es siempre revolucionaria”) y desde sus años juveniles en L’Ordine Nuovo la redefinió en un sentido colectivo: “decir la verdad y llegar juntos a la verdad”, como acertadamente lo recordara Francisco Fernández Buey.2 Una crítica que es fundamental para examinar los errores y para, aprendiendo de los mismos, asegurarnos que no vuelvan a ser cometidos en el futuro. La historia sigue su curso y seguramente habrá nuevas instancias en donde las clases populares se enfrenten a alternativas similares a las que se vivieron en los años del kirchnerismo. Por eso es preciso el análisis y la crítica, el diagnóstico certero y la propuesta superadora. Una verdad construida entre todos. De lo contrario, si persistiéramos en conformarnos con el relato oficial, las explicaciones convencionales y las ilusiones y fantasías con las cuales se pavimentó el camino del fracaso estaríamos fatalmente condenados a la eterna repetición de lo ya vivido.
Los hechos
Partamos del reconocimiento de algunos hechos básicos. Primero que nada, admitir que no ganó Cambiemos sino que perdió el Frente para la Victoria. Ningún gobierno peronista pierde una elección nacional, y menos por poco más de dos puntos porcentuales. Eso no existe en el ADN del peronismo. Si tal cosa ocurrió fue por una insalubre mezcla de diagnósticos equivocados, pasividad de la dirigencia (que no militó la candidatura de Scioli ni aseguró la presencia de fiscales en las mesas electorales, increíblemente ausentes en distritos de nutrida votación peronista) y soberbia presidencial.
El resultado de esta nefasta combinación de factores fue la mayor derrota jamás sufrida por el peronismo a lo largo de toda su historia. Siendo gobierno perdió la nación, la provincia de Buenos Aires y no pudo conquistar a la ciudad de Buenos Aires. También perdió Mendoza y Jujuy, antes había perdido el otro bastión histórico del peronismo: la provincia de Santa Fe, y nunca pudo hacer pie en Córdoba. Algunos replicarían diciendo que Ítalo Luder fue desairado en las presidenciales de 1983, cuando a la salida de la dictadura Raúl R. Alfonsín se alzó con la victoria. Pero Luder no era gobierno; aspiraba a serlo pero no estaba en la Casa Rosada. No ganó, pero no perdió nada porque nada había ganado. Lo ocurrido con Cristina Fernández de Kirchner, en cambio, no tiene precedentes en la historia del peronismo. Este había sido desalojado del poder por la vía del golpe militar en dos oportunidades: 1955 y 1976. El peronismo en su versión menemista fue vapuleado en 1999 por la Alianza, pero en esta participaba otra versión del peronismo, el Frepaso. Y, además, si bien Eduardo Duhalde se vio postergado por el imperturbable Fernando de la Rúa, el Partido Justicialista retuvo el bastión histórico del peronismo: la crucial provincia de Buenos Aires, imponiendo la candidatura de Carlos Ruckauf. Ahora, en cambio, se perdió todo. Y tal como ocurriera en 1955 y 1976, las estructuras dirigentes del peronismo -en este caso el Frente para la Victoria, La Cámpora, Unidos y Organizados, el Partido Justicialista y la CGT oficial- fueron fieles a la tradición y se borraron antes de la partida decisiva. Una deplorable recurrencia histórica que no debiera pasar desapercibida para quienes aspiran reconstruir un gran frente opositor con esos mismos componentes.
Ante una catástrofe política de estas proporciones, que siguiendo una vieja práctica muchas figuras del kirchnerismo han procurado minimizar, se impone la necesidad de aprender de la experiencia y de identificar las causas de lo ocurrido. No se trata aquí de atribuir culpas, categoría teológica ajena al materialismo histórico, sino de ponderar y asignar responsabilidades. Y en este terreno la responsabilidad principal, aunque no exclusiva, le cabe a la jefa indiscutida del movimiento, algo también señalado en la nota de Giardinelli. Fue CFK quien armó la fórmula presidencial, las listas de legisladores nacionales y provinciales, designó a los candidatos a las gobernaciones y las intendencias y hasta la última semana de la campaña estableció el tono de la misma. No estamos diciendo nada nuevo sino simplemente reproduciendo lo que, en voz baja, murmuran kirchneristas “de paladar negro”, contrariados y disgustados por la suicida arbitrariedad de su jefa. La responsabilidad de Cristina, por lo tanto es enorme, pero no es exclusiva. No es mucho menor la que recae sobre el “entorno” presidencial: ministros, asesores, hombres y mujeres de confianza que incumplieron su obligación de informarle con veracidad y advertirle del curso autodestructivo de algunas de sus decisiones. Su misión era señalarle que, por ese rumbo, el proyecto se encaminaba hacia una derrota histórica. No quiero ser injusto porque me consta que hubo quienes, en ese entorno, trataron de hacer llegar la voz de alarma. Pero la arrolladora personalidad de Cristina y su sordera política hicieron imposible la transmisión de ese mensaje, y su círculo inmediato fracasó en evitar el desastre.
Puede llamar la atención la gravitación que se le atribuye en este análisis al “estilo personal de gobernar” de la ex presidenta. Apelo a esta expresión forjada por un gran intelectual mexicano, Daniel Cosío Villegas, quien la utilizara en su estudio sobre el sexenio del presidente Luis Echeverría Álvarez en México (1970-1976). En las páginas iniciales nuestro autor dice algo que se ajusta bastante bien a lo ocurrido en la Argentina durante el gobierno de CFK. Dice Cosío Villegas que “puesto que el presidente de México tiene un poder inmenso, es inevitable que lo ejerza personal y no institucionalmente, o sea que resulta fatal que la persona del presidente le dé a su gobierno un sello peculiar, hasta inconfundible. Es decir, que el temperamento, el carácter, las simpatías y las diferencias, la educación y la experiencia personales influirán de un modo claro en toda su vida pública y, por lo tanto, en sus actos de gobierno”.3 Reemplácese México por Argentina (con la salvedad hecha en la nota al pie) y el diagnóstico conserva toda su validez para describir la gestión de CFK y su personalísimo estilo de gobernar, con sus virtudes y sus defectos, sobre todo para sortear las trampas de la coyuntura política. Estilo personalísimo exaltado por sus seguidores como el corolario inexorable de su indiscutible liderazgo del movimiento nacional justicialista y vilipendiado por sus críticos como un atropello a los principios fundamentales del orden republicano.4
Volveremos sobre este asunto hacia el final de este ensayo. Lo cierto es que el resultado de esta derrota fue la irrupción en las alturas del estado argentino de una coalición de derecha, Cambiemos, cuya columna vertebral es el PRO, un partido auspiciado por diversas agencias federales del gobierno de Estados Unidos –como la NED, el Fondo Nacional para la Democracia; o la USAID, y otras por el estilo- o por ONGs internacionales que actúan eficaz -si bien indirectamente- en la región a través de la mediación de dos lenguaraces hispanoparlantes: José M. Aznar, desde España y Álvaro Uribe en Colombia. Son ellos a quienes el imperio les asignó la tarea de coordinar y administrar financieramente el proyecto de reinstalar a la derecha en el poder en la región, para lo cual promovieron la modernización de las arcaicas derechas latinoamericanas, renovaron sus vetustos cuadros y estilos comunicacionales y desplegaron una fenomenal campaña de articulación continental de medios de prensa que, con tono invariablemente monocorde hostigan a los gobiernos de izquierda o progresistas de la región a la vez que ensalzan los grandes logros democráticos y sociales de México, Colombia, Perú o Chile. En la pasada elección presidencial los estrategos de Cambiemos se las ingeniaron para aglutinar en torno a su candidato a políticos y militantes procedentes del peronismo y, en gran medida, de la casi difunta Unión Cívica Radical. Dado lo anterior Cambiemos será un hueso duro de roer para los sectores populares en la Argentina porque a diferencia de sus predecesores cuenta con el apoyo de una poderosa coalición conformada por la clase dominante local, la oligarquía mediática, “la embajada” y el capital internacional. No hay que equivocarse. Cambiemos es mucho más que un conglomerado meramente local; es la expresión nacional de la contraofensiva del imperialismo; es su bien afilada punta de lanza utilizada para cortar de cuajo el eje Buenos Aires-Caracas. A diferencia de lo que ocurría en el pasado, en la actualidad Argentina se ha convertido en una pieza importante en el tablero geopolítico del hemisferio cuyo control Estados Unidos ansía recuperar lo antes posible. Una Argentina que asuma integralmente, como lo ha hecho el nuevo presidente, la agenda de Estados Unidos para la región (agredir a Venezuela, cosa que hizo en la reunión de presidentes del Mercosur en Asunción; enfriar las relaciones con Bolivia, Cuba y Ecuador; tomar distancia de China y Rusia; apoyar la fantasmagórica Alianza del Pacífico y el Tratado Trans Pacífico; “reformatear” en clave ultraneoliberal al Mercosur; sabotear a la UNASUR y a la CELAC, etcétera) es una valiosa ayuda en una coyuntura internacional tan erizada de peligros como la actual. No sólo para facilitar la erosión de la Revolución Bolivariana en Venezuela, como se comprobó en las elecciones que tuvieron lugar en ese país el pasado 6 de Diciembre, sino también para aumentar la presión destituyente sobre Dilma Rousseff. El expresidente brasileño Fernando H. Cardoso había anticipado, a comienzos de Noviembre, que un triunfo de Macri facilitaría el desplazamiento de Dilma.5 Y eso es lo que ha venido ocurriendo. Por eso la Argentina ha adquirido ante los ojos de Washington una importancia que, me atrevería a decir, jamás había tenido antes. Cierra el perverso triángulo, hasta ahora incompleto, con Aznar y Uribe; debilita a Maduro y facilita la destitución de Dilma y dispara en la línea de flotación de la UNASUR y la CELAC. Por eso los voceros del imperio, aquí y allá, han prometido una ayuda financiera muy significativa para “bancar” los primeros meses del gobierno de Macri y colaborar con él en su cruzada restauradora. Y hasta ahora, a dos semanas de la asunción del nuevo presidente, han cumplido y nada hace suponer que Washington abandonará esta postura en los próximos años.6
Interpretaciones
La del kirchnerismo es la primera derrota de un gobierno progresista o de centroizquierda en Latinoamérica desde el triunfo iniciático de Chávez en Diciembre 1998. Hacía tiempo que muchos observadores venían pronosticando un “fin de ciclo” progresista. ¿Será el triunfo de Macri el punto de no retorno de un proceso involutivo regional, o se trata tan sólo de un traspié, de un retroceso temporario?7 Difícil de prever, aunque dejo sentada mi discrepancia con muchos diagnósticos catastrofistas. Dejemos por ahora esta discusión de lado para adentrarnos en la explicación de la derrota. En este terreno es necesario distinguir dos órdenes de factores causales: algunos de carácter económico, más mediatos y generales, resultantes de ciertas decisiones macroeconómicas tomadas por el gobierno de CFK que debilitaron su fortaleza electoral; y otros, mucho más inmediatos y vinculados a la campaña electoral.
a) Las causas mediatas
La tan mentada “profundización del modelo” quedó a medio camino. Más allá de la nebulosa que rodeaba esa consigna, y que la tornaba incomprensible para muchos, lo cierto es que esa profundización, seguramente por el costado de una mayor redistribución de riqueza e ingresos, control de los oligopolios, reforma tributaria, estricta regulación del comercio exterior y de los flujos financieros, entre otras materias, no tuvo lugar. Esto no equivale a desconocer los importantes cambios que hubo en la sociedad y la economía argentinas, muchos de ellos importantes y positivos aunque otros no tanto. Desgraciadamente, las pesadas herencias del neoliberalismo siguieron haciéndose notar durante los años del kirchnerismo, en algunos casos de forma un tanto atenuada. Pero lo que quedó en pie –la debilidad del estado y su reducida capacidad para regular mercados y corporaciones, la precarización laboral, la inequidad tributaria, la extranjerización de la economía, la vulnerabilidad externa- es más que suficiente como para descartar las fantasías alentadas por algunos aplaudidores oficiales y que aseguraban que países como la Argentina o el Brasil habían entrado en las serenas aguas del “posneoliberalismo.” Ojalá hubiera sido cierto, porque no estaríamos como estamos en estos dos países.
Pero no es la intención de estas líneas analizar al modelo económico del kirchnerismo. Sí quiero llamar la atención sobre algunos componentes de su política económica que impactaron negativamente sobre el electorado kirchnerista.
En primer lugar la inflación, que devaluó la enorme inversión social realizada por el gobierno y castigó sobre todo a los sectores populares, cosa archisabida en la experiencia argentina. Se demoró mucho tiempo en iniciar un combate, que recién lo lanza el ministro Axel Kicilloff con el programa “Precios Cuidados” y que obtuvo un éxito nada desdeñable. Se cayó en el craso error de pensar que cualquier política antiinflacionaria debería inevitablemente ser de cuño neoliberal. Y la inflación -encima de todo pésimamente medida por el INDEC y peor anunciada mes a mes por el gobierno- carcomió sin pausa los bolsillos populares y, peor aún, la credibilidad de un gobierno que propalaba cifras que no eran creíbles y que provocaban una mezcla sarcasmo y furia entre los más pobres, los más afectados por el continua alza de los precios. La apoteosis llegó pocos meses antes de las elecciones cuando el Jefe de Gabinete aseveró que los índices de pobreza de la Argentina (5 %) eran inferiores a los de Alemania, lo cual acentuó aún más la bajísima credibilidad que tenían las estadísticas oficiales. Así, mientras el gobierno alardeaba con índices anuales de inflación en el orden del 10 % el Ministerio de Trabajo homologaba convenios colectivos, pactado entre sindicatos y la patronal, con aumentos salariales que oscilaban en torno al 28 %, en un tácito reconocimiento de cuál era la realidad de la inflación en la Argentina. Una eficaz política antiinflacionaria, heterodoxa, hubiera evitado ese desgaste económico y político. Pero para ello era preciso hincar el diente sobre la concentración oligopólica de los formadores de precios de la economía argentina, algo que el kirchnerismo no quiso, no pudo o no supo hacer.

En segundo lugar, el empecinamiento de la Casa Rosada en mantener ese absurdo impuesto denominado “Ganancias” y que pagan los trabajadores (un poco) mejor remunerados. Su sólo nombre, “Ganancias”, de por sí equivale a una provocación porque se aplica a sueldos y salarios, no a la rentabilidad de las empresas. Pese a los incesantes y unánimes reclamos exigiendo la derogación de tan impopular tributo, que para colmo al no ajustarse el mínimo no imponible por la inflación abarcaba a un número cada vez mayor de contribuyentes cautivos, este impuesto fue caprichosamente sostenido por el gobierno. Cifras oficiales confirman que en el año 2014, último para el cual existen datos, pagaron este impuesto   poco más de un millón de asalariados, o el 11 % de los trabajadores registrados (“en blanco”) que había ese año en la Argentina. ¿Quiénes fueron, más específicamente, los afectados? Principalmente a los votantes del kirchnerismo, reclutados entre las capas medias (profesionales, maestros, empleados de comercio, de la administración pública, etcétera) y los niveles superiores de la clase obrera, que veían injustamente recortados sus ingresos mientras que las grandes fortunas y los grandes capitales encontraban numerosos resquicios legales para eludir el pago de impuestos. O, como en el caso de los jueces y los trabajadores empleados en el sector judicial, que estaban exceptuados por ley del pago de ese tributo. En suma: inflación más ganancias fueron decisivos a la hora de recortar la base social del kirchnerismo y, tal vez en mayor medida aún, en aplacar el entusiasmo militante de años anteriores o desatar un sordo resentimiento que, poco después, se expresaría en las urnas.
Tercero: el dólar. En efecto, la introducción de las restricciones a la compra de dólares golpearon fuertemente a los sectores medios, mayoritariamente volcados a favor de CFK en las elecciones presidenciales del 2011. Con las limitaciones establecidas por el gobierno en los últimos cuatro años –en lo que la prensa hegemónica no tardó en caracterizar como el “cepo cambiario”- aquellas capas y clases sociales intermedias se encontraron sin capacidad de ahorrar en dólares, en un país en donde la inflación crónica no ofrece demasiados instrumentos de ahorro fuera del dólar y en donde automóviles, viviendas y la tierra se cotizan abiertamente en dólares. Esto dificultó, a veces hasta impidió, que muchos votantes del kirchnerismo pudieran acceder a las pequeñas cantidades de dólares con las que procuraban juntar el dinero para entrar en un plan de pagos de un pequeño departamento, para adquirir un automóvil, o para remitir a una hija que, como producto de las políticas educativas del kirchnerismo, estuviera estudiando en el exterior, para no mencionar sino ejemplos bien conocidos de estos problemas. El “cepo”, en cambio, no perjudicó en lo más mínimo a las grandes fortunas o a las grandes empresas, que siguieron adquiriendo y fugando dólares sin dificultades. Se calcula que en los últimos diez años salieron del país 100.000 millones de dólares, y no precisamente fugados por los pequeños ahorristas. Esta absurda restricción, cuyos efectos recesivos saltan a la vista habida cuenta del elevado grado de internacionalización de los procesos productivos en la Argentina, podría haberse evitado introduciendo rigurosas regulaciones en el comercio exterior. Téngase presente que este país exportó, unos 60.000 millones de dólares como promedio anual entre el 2002 y el 2014, con picos en torno a los 80.000 millones, de modo que mal se podría decir que “no había dólares.” Los había, pero en manos de un pequeño círculo de exportadores, principalmente agropecuarios y mineros. Regulaciones, decíamos, tal como las que en los años cuarenta introdujera Juan D. Perón enfrentado a una situación similar, claro que con las necesarias actualizaciones exigidas por la nueva fase del desarrollo capitalista. Pero no se hizo, de ahí la restricción en el mercado cambiario y sus nefastas consecuencias políticas.

b) Causas inmediatas: el interminable catálogo de errores de campaña
A los factores señalados más arriba se sumaron una serie de graves errores cometidos antes y durante la campaña electoral del oficialismo.
Antes, en efecto, al haber combatido ferozmente a quien a la postre sería el único candidato viable, posible, presentable que tenía el kirchnerismo. No era el preferido por las bases kirchneristas, pero no había otro. Me refiero, naturalmente, a Daniel Scioli. No sólo Cristina Fernández de Kirchner no perdió ocasión de humillarlo y hostigarlo durante ocho años, casi hasta las semanas finales de la campaña cuando la suerte estaba echada, sino que el entorno presidencial se solazó en hacer lo propio, en una especie de demencial competencia para ver quien disparaba los dardos más afilados y mortíferos contra el único político que podía haberles evitado la debacle. Pocas veces se vio una demostración de estupidez política tan grande como la que los argentinos presenciamos este año. Y el tema venía de antes, porque a nadie se le escapa que la prodigalidad con que CFK transfería fondos a otras provincias –sobre todo a Santa Cruz, de nula gravitación electoral- no se repetía en el crucial caso de la provincia de Buenos Aires, histórico bastión del peronismo que no debía rifarse en una absurda pugna para evitar que Scioli se presentase en la carrera por la presidencia avalado por una aceptable gestión en su provincia. La lógica, para llamarla de algún modo, parecía ser la siguiente: si no hay otro candidato entonces que sea Scioli, pero si es Scioli que llegue con lo justo, no sea cosa que acumule demasiado poder. Y si llega a la Casa Rosada -¡en ningún caso con más del 54 % de los votos que obtuvo CFK en 2011!-, y que quede claro que llegó gracias a la presidenta. Pero el asunto era mucho más complicado y desafiaba esas simplistas elucubraciones. Ya en las legislativas del 2009 Francisco de Narváez había derrotado al FpV en la provincia, ¡a una lista encabezada nada menos que por Néstor Kirchner y Daniel Scioli! La formidable elección de Cristina en el 2011 repotenció la soberbia oficial, y muchos cayeron en la ilusión de una provincia de Buenos Aires eternamente kirchnerista. La elección parlamentaria del 2013 propinó un golpe durísimo a esas ensoñaciones: victoria de Sergio Massa con 44 % de los votos y derrumbe de la estrategia oficial de alcanzar la reforma constitucional que habilitara la “re-re” de CFK. La derrota del 2015 en la provincia, por lo tanto, no fue un rayo en un día sereno. Estaba en el horizonte de lo posible, pero la ceguera del oficialismo no se percataba de ello. Se veía venir, pero cono dice la sabiduría popular, “una cosa es verla venir y otra mandarla a llamar.” Bastaba para ello con algún pequeño paso en falso. En lugar de uno fueron varios, como veremos a continuación.
Segundo. Los dioses parecían sonreírle al kirchnerismo cuando Martín Lousteau irrumpió inesperadamente en la elección por la jefatura de gobierno de la Ciudad de Buenos Aires obligando al candidato macrista, Horacio Rodríguez Larreta, que no pudo ganar en primera vuelta, a enfrentar un amenazante balotaje. En ese momento la carrera presidencial de Macri pendía de un delgado hilo porque si Lousteau, a la cabeza de un heterogéneo conglomerado de fuerzas, lograba arrebatarle la CABA al macrismo el futuro del jefe político del PRO entraría en un cono de sombras del cual le sería extremadamente difícil salir para las presidenciales de Octubre. Sin embargo, en lugar de sumar fuerzas para lograr la estratégica derrota del PRO en la ciudad capital de la Argentina la conducción del FpV se refugió en un discurso fundamentalista y bajo el argumento que uno y el otro eran iguales, que Lousteau era lo mismo que Rodríguez Larreta, se abstuvieron de orientar a sus seguidores para que apoyaran a aquél para, de ese modo, descargar un golpe de nocaut al macrismo. Una parte importante de la militancia y seguidores del FpV hizo caso omiso de la directiva de sus líderes y entendió mejor que ellos como era la jugada y que el voto táctico por Lousteau era lo que correspondía hacer. Una vez más la base superó en inteligencia política a la conducción. Pero, desgraciadamente, la vacilación de la Casa Rosada hizo que este último esfuerzo no fuera suficiente y el macrismo se impuso por apenas un 3 % de los votos, siendo derrotado en 9 de las 15 comunas en que se divide la ciudad de Buenos Aires. Como es bien sabido, hay notables paralelismos entre la lucha militar y la lucha política. Sun Tzu, el padre de la estrategia militar desde el siglo V antes de Cristo, recomienda, en su notable El Arte de la Guerra, que se “ataque al enemigo cuando no está preparado, y aparezca allí donde no es esperado. Para un estratega éstas son las claves de la victoria.” Los mariscales del FpV parece que no lo leyeron. Si lo hubieran leído y aplicado las enseñanzas del gran general chino a la coyuntura del balotaje porteño probablemente la situación de la Argentina, y de América Latina, sería hoy bien diferente.
Tercero, luego de algunos titubeos se optó por completar la fórmula presidencial con la candidatura de Carlos Zannini como vice. No fue Scioli quien eligió a su compañero sino CFK quien, por su cuenta o pésimamente asesorada, impuso a su hombre de la más estricta confianza con la misión de asegurar que, en la ya descartada exitosa sucesión presidencial, Scioli no se desviaría del rumbo trazado por la presidenta y sería, en efecto, el candidato “del proyecto” y manejado a control remoto por ella. No bastaba para asegurar la sumisión de Scioli al liderazgo tras bambalinas de CFK la nutrida presencia de diputados y senadores kirchneristas en el Congreso, o el ya descontado control de la estratégica provincia de Buenos Aires. En el enrarecido microclima de la Casa Rosada prevalecía la obsesión por garantizar la total obediencia del seguro sucesor de Cristina imponiendo el nombre del vicepresidente, ignorando, por lo visto, que este cargo es poco menos que ornamental y de carácter eminentemente decorativo en regímenes presidencialistas como los de Latinoamérica. Y esto no sólo en nuestros países: ¿quién se acuerda de los nombres de los vicepresidentes recientes de Estados Unidos? ¿Alguien podría identificar a Joe Biden, actual vice de Obama, en una fotografía? En síntesis: un gesto absurdo y gratuito. Esta fórmula, “kirchnerista pura” apaciguaba seguramente la ardiente incertidumbre del entorno, pero tenía un fatal talón de Aquiles cuyo ominoso desenlace se pondría en evidencia en la primera vuelta de la elección presidencial cuando obtuvo dos puntos menos que los obtenidos en las PASO (elecciones primarias, abiertas, simultáneas y obligatorias). La esperanza de superar el umbral del 40 % de los votos y obtener más de 10 puntos porcentuales de diferencia con Macri probó ser una ingenua ilusión -alimentada ¿inocentemente? por los encuestólogos- y la razón es clarísima: la fórmula carecía de capacidad expansiva, no incorporaba un solo votante más, no captaba absolutamente ningún elector independiente o indeciso, por más que simpatizase en general con las políticas del kirchnerismo o se sintiera atraído por su solidaridad con Chávez, Maduro, Evo, Correa o la Revolución Cubana y, por lo tanto, carecía de potencialidad de crecimiento. Un error mayúsculo que podría haber sido evitado si Scioli elegía (él, no Cristina) un compañero de fórmula si no atractivo al menos digerible para otros sectores que no fueran los “cristinistas”. Y había varios que podían haberlo acompañado.
Cuarto error: la obcecación por imponer como candidato a gobernador por la provincia de Buenos Aires al por entonces Jefe de Gabinete de Ministros de CFK, Aníbal Fernández. Este era un hombre que tenía el más elevado nivel de rechazo en la provincia y su ladero en la fórmula, Martín Sabatella, era el segundo más rechazado. No interesa, para los fines de este análisis, discernir cuáles eran los fundamentos de estos rechazos, si obedecían a problemas reales o a una pertinaz campaña mediática, que a mi juicio fue determinante. Lo cierto es que esta surtió efecto, pero la Casa Rosada no extrajo las correctas consecuencias del caso. La fórmula Fernández-Sabatella también irritó a muchos sectores del peronismo bonaerense (que no ahorraron municiones en el “fuego amigo” a la cual la sometieron). Por lo tanto, rechazo a nivel de la opinión pública y también en los cuadros del PJ. Resultado: se socavó el apoyo a Scioli y dejó servido en bandeja para el macrismo el principal distrito del país. Algunos informantes muy calificados dicen sotto voce que el Papa Francisco habría asegurado un discreto apoyo al sciolismo (cosa que lo hizo, elípticamente, al declarar poco antes de la elección, “Voten a conciencia, ya saben lo que pienso”) y sugerido la conveniencia de que un hombre como Julián Domínguez, muy allegado a la Iglesia y su obra pastoral en el conurbano bonaerense, fuese el candidato a gobernador. Aparentemente la Casa Rosada tenía otras prioridades y su pedido fue desoído.
Quinto, el interminable internismo al interior del kirchnerismo, o como lo denominaran algunas de sus víctimas, “el fuego amigo.” Innumerables ejemplos demuestran los alcances a que llegó ese proceso. Un día Scioli hace duros planteos en relación al FMI, y al día siguiente el Ministro de Economía Axel Kicillof aparece en una foto de lo más amable con la Directora Gerente del FMI, la Sra. Christine Lagarde. Un grupo de La Cámpora instala una sombrilla en una esquina porteña y reparte volantes con la lista de los candidatos a diputados por el FpV, sin incluir referencia alguna a Scioli. En la esquina de enfrente, la “ola naranja” del sciolismo instala otra mesa y sombrilla y volantea a favor de Scioli, ninguneando a los candidatos a diputados de la misma agrupación política. O se hacen ¡dos actos de cierre de campaña en el Luna Park: uno para la lista de los diputados y otro para Scioli! Difícil convencer a la gente que vote a un espacio político surcado por contradicciones tan flagrantes.
Sexto y último (aunque se podría seguir con muchos otros ejemplos de este tipo): contrariamente a todo lo que indican los estudios sobre el tema, el kirchnerismo adoptó un estilo de campaña negativa que, desde la derrota de Pinochet en el referendo de 1980, cayó completamente en desuso y no por razones éticas sino porque sencillamente no funciona y termina convirtiéndose en un boomerang. Pinochet lanzó una campaña de ese tipo contra los partidos herederos de la Unidad Popular de Allende, y perdió categóricamente. A partir de ese momento los estudios sobre las campañas políticas coincidieron en señalar los muy limitados alcances y los peligros de una campaña montada sobre la satanización del adversario. De hecho, la imagen que transmitió Scioli era la de un hombre cuya única misión era demostrar lo malo que era Macri, lo pernicioso que sería su gobierno y su inconmovible e incondicional defensa de Cristina. Su campaña estaba dirigida hacia atrás, a defender la “década ganada” y no a proponer cuáles serían los lineamientos generales de su programa de gobierno. No había el menor atisbo de que su comando de campaña hubiese percibido que vastos sectores de la sociedad querían un cambio, cosa que los astutos planificadores estratégicos de Cambiemos advirtieron con mucha antelación. Es cierto: había un absurdo que fomentaba una actitud negligente en relación a esta demanda de cambio porque, cuando consultada, la mayoría no sabía que era lo que quería cambiar y en qué dirección impulsar el cambio. Pera esa demanda: oscura, visceral, mezcla de aburrimiento y de hastío pero mediáticamente formateada estaba allí y había que tener una respuesta. El sciolismo no la tuvo. Sólo después del debate con Macri, el domingo 15 de Noviembre y a una semana del balotaje, Scioli empezó a asumir esta necesidad de cambio y desmarcarse de la tutela de Cristina. Pero ya era demasiado tarde.
Dificultades del cálculo y la previsión políticas.
A todo lo anterior es preciso agregar algunos otros factores que coadyudaron para producir la debacle del 22-N. El ya mencionado abandono del que fue víctima Scioli por parte de las organizaciones del kirchnerismo es uno de ellos. Otro, sin duda, fue la caprichosa política seguida en relación a la provincia de Córdoba y que tuvo como efecto la devastadora derrota de Scioli a manos de su oponente, que en ese distrito obtuvo la ventaja decisiva para asegurar su victoria. Hay quienes en el FpV sostienen que la pasividad con que el oficialismo enfrentó el desafío electoral obedecía al cálculo ya mencionado: asegurar un triunfo de Scioli pero ajustado, jamás superior al 54 % obtenido por CFK en el 2011. De no ser posible la victoria del oficialismo, un triunfo de Macri no sería visto con demasiada preocupación porque las bancadas del FpV en el Congreso y la gravitación del gobierno de la provincia de Buenos Aires serían suficientes para establecer límites muy estrictos a lo que pudiera hacer el candidato de Cambiemos si resultara vencedor de la contienda. En los dos casos el supuesto era que ambos gobiernos serían de corta duración y facilitarían el triunfal retorno de CFK a la Casa Rosada, emulando una rotación como la que había retornado a Michelle Bachelet a La Moneda luego del interludio de Sebastián Piñera. Pero algunas mentes afiebradas iban más lejos y creían que no sería necesario esperar cuatro años ya que el deterioro tanto de Scioli como de Macri se produciría en dos años como máximo. Por supuesto, dada la elevada volatilidad de la política argentina son muy pocas las hipótesis que pueden ser descartadas de antemano pero, hasta ahora, lo que ocurrió parecería desbaratar sin clemencia estos pronósticos y esto por dos razones: uno, porque la lealtad de los miembros del Congreso ha sido tradicionalmente muy vulnerable a la influencia de la Casa Rosada y los gobernadores provinciales, siempre necesitados del auxilio financiero que sólo aquella puede prestar y que puede torcer las voluntades más firmes de diputados y senadores. No es lo mismo jurar lealtad a Cristina cuando ella está en la Casa Rosada y cuando está en El Calafate. Y segundo porque, además, el refugio estratégico que ofrecía la provincia de Buenos Aires para capear el transitorio temporal político en el plano nacional quedó sepultado bajo el inesperado aluvión de votos que catapultó a María Eugenia Vidal a la gobernación bonaerense.
Dado este cúmulo de errores, notable por su número y su calidad, surge de inmediato la pregunta acerca de cómo fue entonces posible que Scioli terminara el balotaje con casi un 49 % de los votos. La respuesta es la siguiente: ante el resultado del debate que tuvo lugar una semana antes de la segunda vuelta, de donde emergió claramente la inminencia de un posible triunfo de Macri, se produjo un verdadero “ataque de pánico” en el difuso pero amplio espacio de la progresía y sectores de la izquierda, hasta ese momento confiados en la certeza del relato oficial que anticipaba una fácil victoria del candidato kirchnerista, inclusive en la primera vuelta. Tan convencidos estaban de esto que algunos hasta se podían dar el lujo de militar el voto en blanco, una típica maniobra del “polizón” en teoría de los juegos: dejarle al resto de la sociedad la penosa tarea de “votar desgarrados” a Scioli, como lo señalara con lucidez Horaco González, mientras los votoblanquistas se iban a dormir con su conciencia revolucionaria en paz y los otros regresaban maldiciendo haber tenido que votar a un candidato que no querían pero preferían a Macri. En la noche del debate una centella recorrió el campo de la progresía y la izquierda, y la constatación de la catástrofe que se avecinaba provocó la espontánea movilización de vastos sectores de la sociedad civil que ante la imperdonable deserción del FpV, La Cámpora, UyO, el PJ y las organizaciones sindicales encuadradas en el kirchnerismo salieron a la calle imbuidos de un fervor militante como no se había visto desde las grandes jornadas de finales del 2001 y comienzos del 2002. Cabe decir que esa irrupción de las masas para revertir lo que aparecía como una inminente debacle electoral es una de las notas más promisorias y esperanzadoras de cualquier pronóstico sobre el futuro de la política argentina. Cosa que, por otra parte, también se manifestó en el acto de despedida a Cristina el 9 de Diciembre y las sucesivas autoconvocatorias a protestar contra las draconianas medidas de Macri en los primeros días de su gestión, como por ejemplo la que tuvo lugar en el Parque Centenario de Buenos Aires el domingo pasado para escuchar al ex ministro de Economía Alex Kicillof. Es ese espacio de autoconvocados y movilizados donde deberá trabajar la izquierda para construir esa alternativa que el kirchnerismo no supo ser.
Pese a los contornos pesimistas del análisis anterior es preciso reafirmar, una vez más, que la historia está abierta y que su incesante dialéctica puede desairar las previsiones mejor fundadas. Una cosa es el triunfo electoral de una coalición de derechas y otras muy distintas es que pueda llevar adelante su programa y realizar las transformaciones que estaban inscritas en su plataforma de gobierno. Por supuesto, esto tampoco puede ser descifrado como una reedición de la teoría de la irreversibilidad de los procesos transformadores: la triste experiencia del derrumbe de la Unión Soviética y su posterior regresión al capitalismo salvaje o la violenta interrupción de las experiencias progresistas o de izquierda en Guatemala (1954), Brasil (1964) o Chile (1973) son elocuentes muestras de que los progresos políticos que se experimentan en un momento pueden ser revertidos en un período posterior.
La autocrítica y la necesidad de realizar un balance del kirchnerismo
Antes de concluir es necesario dejar en claro que las páginas precedentes no pretendieron ser un balance de los doce años del kirchnerismo. Su objetivo ha sido más modesto: tratar de entender por qué se derrumbó una experiencia sociopolítica y económica que podía haber continuado su curso y profundizado las incipientes transformaciones que habían tenido lugar en ese período. Y, sobre todo, promover un debate hasta ahora inexistente, o que se lleva a cabo silenciosamente y en las sombras. Estas reflexiones finales pretenden acercar algunas ideas para un esfuerzo de síntesis y evaluación que necesariamente deberá ser colectivo. Fue y seguirá siendo motivo de intenso debate las razones por las cuales algunas fuerzas u organizaciones progresistas y de izquierda, el Partido Comunista entre ellas, apoyaron críticamente este proceso. El kirchnerismo, fiel expresión del peronismo, jamás tuvo una propuesta anticapitalista. Es más, sobre todo Cristina creía, y cree todavía, en un “capitalismo racional” o “capitalismo serio.” La izquierda, para ser tal, es necesariamente anticapitalista. Se opone a un sistema que condena a gran parte de la humanidad a vivir en la pobreza, la abyección y las guerras. Y, además, porque destruye como nunca antes a la naturaleza. El kirchnerismo no tenía la superación del capitalismo en su agenda, ni siquiera remotamente. ¿Por qué brindarle entonces un apoyo crítico? La respuesta no parece difícil de entender, o no debiera serlo: Néstor Kirchner sintonizó muy rápidamente, al inicio de su gestión, con el nuevo clima político regional inaugurado luego del ascenso de Hugo Chávez Frías a la presidencia de Venezuela en Enero de 1999. Se alineó rápidamente con el líder bolivariano y junto con Lula entre los tres protagonizaron la histórica derrota de Estados Unidos en Mar del Plata. Por otra parte, en el plano doméstico Kirchner avanzó en el juicio y castigo a los culpables de los crímenes de la dictadura y reformó con transparencia y espíritu democrático una Corte Suprema profundamente desprestigiada durante el menemismo. Su indocilidad ante el FMI también lo hizo merecedor del apoyo de las fuerzas de izquierda preocupadas por el nefasto papel jugado por el imperialismo en Nuestra América, algo que no todas las que se llaman socialistas o izquierdistas comprenden a cabalidad. Uno de los grandes enigmas de la política latinoamericana es la sistemática ceguera de un sector de la izquierda ante las multifacéticas políticas del imperialismo en la región. Teniendo en cuenta las duras realidades del tablero geopolítico mundial, ¿en qué otro lugar podía estar una fuerza de izquierda, más allá de las contradicciones propias de todo movimiento nacional, popular y democrático, sino en una alianza táctica con el kirchnerismo? ¿Podía la izquierda alinearse contra sus enemigos jurados, al lado la Sociedad Rural, “la embajada”, la oligarquía mediática y sus aliados? ¿O estar con las fuerzas políticas que le decían Sí al ALCA?
Es sabido que una experiencia de matriz peronista inevitablemente carece de la radicalidad que las condiciones actuales exigen. Además, sus contradicciones son inocultables: promoción del “capitalismo nacional” pero vigencia de las leyes de Inversiones Extranjeras y de Entidades Financieras de la dictadura militar; recuperación de YPF pero no como una empresa del estado sino como sociedad anónima, que puede sellar acuerdos secretos con otra sociedad anónima como Chevron; políticas de inclusión social como la Asignación Universal por Hijo pero mantenimiento de la regresividad tributaria; solidaridad latinoamericanista (que está bien) y protagonista del rechaza del ALCA pero sin ingresar al ALBA; denuncia de los que “se la llevan con pala” pero pasividad ante la fenomenal concentración del comercio exterior; crítica del capitalismo salvaje pero alianza con la Barrick Gold, Chevron y la Monsanto (que ahora adquirió la compañía que cuenta con el mayor ejército mercenario del planeta, la ex Blackwater, ahora llamado Academi) y así sucesivamente. Contradicciones que es preciso entenderlas dialécticamente, es decir, sin pensar que hay un “lado verdadero” y otro que es puro engaño. La realidad es mucho más compleja de lo que parece y desafía esas simplificaciones. No obstante, es justo reconocer que en la suma algebraica de puntos a favor y en contra, de aciertos y errores, hay un predominio de los primeros. La continuación de la obra iniciada por Néstor Kirchner bajo la conducción de CFK sirvió para profundizar en algunas cuestiones y abrir nuevos frentes de batalla. La Asignación Universal por Hijo o la extraordinaria expansión de la cobertura del régimen jubilatorio no son cuestiones menores, en línea con la estatización de la seguridad social establecida por Kirchner. Los progresos en otras áreas han sido también significativos, desde la temática del género y la identidad hasta la política científica y tecnológica, el ARSAT I y II y la expansión del sistema universitario público, una conquista no menor en momentos en que la privatización de la educación superior se está convirtiendo en la norma en América Latina. Insistimos en que no es el objetivo de este ensayo enumerar los logros y las asignaturas pendientes del kirchnerismo, esfuerzo que tendrá que hacerse en otro momento y que también deberá ser fruto de una tarea colectiva. Entre los logros no es un mérito menor de Cristina el haber tenido siempre la virtud de “salir por izquierda” frente a cada crisis. Por muchas razones, desde su personalidad hasta la debilidad de las fuerzas políticas que la apoyan, no pudo hacer lo mismo Dilma Rousseff en Brasil, cuya tendencia ha sido invariablemente la contraria: salir por derecha y hacer concesiones a sus enemigos. Apenas ayer intentó, con la salida del Ministro de Hacienda Joaquím Levy, escoger otro camino. Por el contrario, CFK nunca tuvo esas dudas. Mal o bien, pero salía por izquierda: la Ley de Medios es tan sólo el ejemplo más elocuente de ello.
Como decíamos más arriba, las características personales de Cristina jugaron un papel importantísimo. Dueña de una fuerte y avasallante personalidad, lo que fue un atributo positivo de su liderazgo para enfrentar desafíos prácticos durante su gestión resultó ser altamente contraproducente a la hora de conducir una estrategia política que le permitiera asegurar la victoria de su espacio político. A diferencia de Néstor, un carácter también altamente irascible pero que poco después de su estallido de furia reiniciaba el diálogo con quien antes había sufrido su iracundia, CFK fue absolutamente inflexible e irreconciliable con sus ocasionales adversarios y enemigos, mucho de los cuales habían sido sus antiguos aliados o compañeros. Su carácter le prodigó muchas rivalidades gratuitas que le costaron muy caro. Néstor también era un “peleonero”, pero era más bien un esgrimista dotado de una ductilidad política que le permitía rápidamente recomponer los puentes rotos por su furia. Tocaba con su florete a sus adversarios pero no los mataba. Cristina, en cambio, es una gladiadora: pelea a matar o morir, y no hay retorno después de cada combate. Por supuesto, muchos de sus adversarios reunían las mismas características y también actuaban con la lógica guerrera del gladiador. Y ella aceptaba el desafío y redoblaba la apuesta. El arte de la política, como decíamos más arriba, tiene muchos componentes del arte de la guerra. Pero no toda la política puede ejercerse apelando a la lógica la guerra. La “dirección intelectual y moral” tantas veces subrayada por Gramsci es su complemento necesario, que pocas veces Cristina se decidió a poner en práctica. Para colmo, si Néstor no era precisamente generoso con sus aliados, Cristina lo era mucho menos. Su concepción de las alianzas era una transposición del verticalismo peronista: un líder omnisciente y omnipotente, sordo e inapelable, que debía encuadrar una coalición en donde convivían peronistas con no peronistas de distintos colores políticos. Bajo este modelo organizativo era muy poco lo que se podía construir políticamente. Careció de la flexibilidad necesaria para conducir un espacio así de complejo y su notable inteligencia se tradujo con frecuencia en actitudes soberbias que limitaron casi por completo su capacidad para escuchar y para dialogar, aún con sus más estrechos colaboradores. “No hubo diálogo con los diferentes”, dice con acierto Giardinelli en la nota ya mencionada. Es cierto que no se hace la gran política sin “garra”, sin vísceras y sin la fuerza de la que hizo gala Cristina. Un político timorato jamás llegará demasiado lejos. Pero la gran política no puede reposar tan sólo en aquellos bravíos atributos. Hace falta, como lo recordaba Maquiavelo en su clásica imagen del centauro, la pasión mezclada con la razón. O la astucia del zorro, para saber sortear las trampas que le tienden sus enemigos, combinada con la fuerza del león, para liquidar un pleito una vez agotadas las vías del diálogo. Desgraciadamente CFK no logró plasmar esa combinación, y su superioridad por comparación con la mediocridad de la clase política exacerbó un narcisismo que le impidió escuchar a la sociedad o a sus aliados, o entender que ciertos rasgos de su estilo personal producían, también entre sus fieles, tanto rechazo como las adhesiones que lograban sus políticas públicas. Como decíamos más arriba, una importante cuota de responsabilidad en todo esto le cabe a un entorno que lejos de estimular una reflexión crítica sobre la realidad de su gestión se limitó a aplaudir y alabar, creyendo que de ese modo colaboraban con la presidenta. Privada de ese sano ejercicio de la crítica y la autocrítica no supo darse cuenta del cambio cultural que estaba madurando en la Argentina, en donde aún quienes se beneficiaban de la inversión social cada día resentían con más fuerza del clientelismo y la prepotencia de punteros e intendentes. Desconocía aquella sabia sentencia de raigambre martiana y que el político y jurista mexicano, Jesús Reyes Heroles sintetizó en una frase ejemplar: “en política, la forma es el fondo.” En sus frecuentes mensajes televisivos Cristina abusaba de un tono vehemente y confrontacional (¡y no es que no tuviera buenas razones para confrontar!) que era absolutamente “antitelegénico” y que producía un efecto contrario al buscado. En algunos casos llegó a producir cansancio, fatiga o hartazgo, inclusive dentro de la legión de sus seguidores. Un par de pequeñas historias ilustran esto con elocuencia: un humilde lustrabotas del microcentro porteño, un hombre entrado en años, venido de una provincia pobre de la Argentina le confiesa a uno de sus habituales clientes que había votado a Macri “porque estaba demasiado grandecito para soportar que la presidenta me retara en la televisión.” Otro: en un modesto almacén del conurbano su dueña debía apagar la televisión cada vez que comenzaba una cadena nacional porque su clientela ya no quería escuchar a Cristina. Y la mayoría estaba formada por beneficiarios de diversos programas sociales del gobierno. Dos pequeñas historias que autorizan a extraer una conclusión provisoria: el boom del consumo que el kirchnerismo alentó y cultivó como política de estado no crea hegemonía política, error en que cayeron todos los gobiernos progresistas y de izquierda en la región. Ni aquí, ni en Venezuela, ni en Bolivia. En ninguna parte. La hegemonía es resultado de la educación política, de la supremacía en la batalla de ideas, de la concientización al estilo de Paulo Freire, y no del mayor acceso a los bienes de consumo. Y, desgraciadamente, en las experiencias progresistas de la región la formación política de las masas no tuvo la prioridad que debía haber tenido. Se confió en la magia del mercado: accediendo a algunos bienes se suponía que los nuevos consumidores retribuirían con lealtad política. Pero esa conexión entre consumo y hegemonía política no funciona de esa manera. Tal vez funcione en una dirección contraria. En todo caso, las consecuencias están a la vista.
Mal se podrían subestimar los logros de la gestión de CFK y, en general, el de los doce años del kirchnerismo. Se puede discutir la idea de la “década ganada” porque hubo algunos pocos –ricos y poderosos- que ganaron mucho más que los demás, y otros que no ganaron nada. Se debe también examinar el tema de la corrupción, endémico en la Argentina desde Bernardino Rivadavia hasta hoy, y vinculada principalmente (pero no sólo) a la obra pública. Se puede someter a crítica las limitaciones ya señaladas del “modelo”. Pero dejó un país muy distinto al recibido que sería injusto desconocer. Otra pequeña historia también viene a cuento: estuve hace pocas semanas en San Salvador de Jujuy. Hace unos pocos años caminar por la plaza céntrica de esa ciudad era hacerlo seguido por un nutrido grupo de niños descalzos pidiendo algunas monedas. Ahora, durante una semana, no hubo ni uno solo que reeditara aquella vieja y deprimente costumbre. Es que, a pesar de las críticas que le fueran dirigidas –clientelística, tal vez dispendiosa, seguramente ineficiente, etcétera- la política social del kirchnerismo surtió efecto. Y este no es un dato menor sino una cuestión central. Allí está la base del “voto duro” cristinista, de ese 36 % que acompañó a Scioli en la primera vuelta. Pero allí también parece haber estado su límite. Y sólo con eso no se puede ganar una elección presidencial.
Concluyo con la esperanza de que las ideas aquí esbozadas sirvan para propiciar un debate y para realizar un balance crítico de los doce años del kirchnerismo. Con la esperanza también de que evitemos la trampa facilista de quienes, so pretexto de “no hacer leña del árbol caído”, pretenden clausurar desde el vamos un examen que es a la vez imprescindible e impostergable. Lo primero, para corregir los errores propios de toda experiencia práctica. Quien hace yerra, y acierta a veces. Desde la torre de marfil académica o desde las certezas del dogma partidario no hay yerro posible. Claro, se paga un precio por eso: la realidad no se cambia, y se traiciona un apotegma fundamental del marxismo: la teoría tiene que servir para cambiar al mundo, no sólo para interpretarlo o para denunciar sus inequidades. El aprendizaje político se logra en la intelección colectiva, como lo subrayaba Gramsci, de esa praxis de ensayo y error. Impostergable, también, porque las tentativas del macrismo de imponer el neoliberalismo en su versión más radical no podrán ser neutralizadas si no se toma nota y se aprende de lo ocurrido en los años anteriores. Aprender de los aciertos, para conocerlos y conservarlos; y aprender también de los errores, para no volver a cometerlos. Estoy convencido de que aquellos son mayores que estos, pero todo, absolutamente todo, deberá ser sometido a examen. El desafío es muy grande y lo peor sería incurrir de nueva cuenta en la obstinada negación de la realidad, cerrando las puertas a la crítica de quienes acompañamos este proceso sin ser parte de él e impidiendo, con distintas argucias, la autocrítica de quienes tuvieron la responsabilidad de conducirlo. Si esta desafortunada actitud llegara a prevalecer estaríamos condenados repetir los errores del pasado.  
Notas:

1 “Paisaje después de la batalla y la autocrítica que falta”, en http://www.pagina12.com.ar/diario/elpais/1-288716-2015-12-21.html Hasta donde yo sé es la primera exigencia frontal de una autocrítica publicada en un medio gráfico kirchnerista. No he visto ni escuchado nada igual en la radio y la televisión. Comparto el 95 por ciento de lo que dice Giardinelli, excepto su sobrevaloración de los éxitos económicos del kirchnerismo y mucho menos aquello de que “estos 12 años fueron una fiesta para vastos sectores populares.” Ojalá que su ejemplo se multiplique.
2 Francisco Fernández Buey, “La política como ética de lo colectivo”, en F. Álvarez Uría (Comp.) Neoliberalismo versus democracia (Madrid: Las Ediciones de La Piqueta, 1988) pp. 26-40.
3 El estilo personal de gobernar (México, Cuadernos de Joaquín Mortiz, 1974). Me limitaría a señalar que el poder de la presidencia en la Argentina nunca fue tan inmenso como en México debido a que nuestro estado, por comparación al mexicano, es más débil. Ese “emperador sexenal” del que hablaba el estudioso mexicano nunca existió con esa fuerza en la tradición presidencialista argentina.
4 No puedo dejar de anotar que muchos de los sedicentes cultores del republicanismo conservador (porque hay otro, popular y de raíz maquiaveliana) han guardado un escandaloso silencio ante los atropellos a la división de poderes del gobierno de Mauricio Macri al pretender designar dos ministros de la Corte Suprema sin la aprobación del Senado o hacer uso abusivo de los Decretos de Necesidad y Urgencia. Como siempre, la derecha, aquí y en todo el mundo, tiene dos estándares éticos: uno para los amigos, otro para los enemigos. ¡Y después tiene la desfachatez de acusar a estos últimos de “fomentar la división de la familia argentina” o de abrir “la grieta”!
5 Cf. "El resultado en los comicios argentinos me animó mucho", en La Nación, Domingo 1 de Noviembre 2015 http://www.lanacion.com.ar/1841627-el-resultado-en-los-comicios-argentinos-me-animo-mucho
6 Basta observar el comportamiento de los grandes capitalistas locales e internacionales cuando el gobierno de Macri decidió poner fin al “cepo cambiario”: el dólar se cotizó el Martes 22 de Diciembre, cuatro días después de su liberación, a poco más de 13 pesos por dólar. Si esto lo hubiera hecho CFK la ofensiva especulativa seguramente lo hubiera proyectado a los 20 pesos por dólar, o más.
7 Sobre este tema recomiendo la lectura de la magnífica compilación hecha por ALAI: http://www.alainet.org/es/revistas/510

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